VUELTA A LA ESCUELA: ENTRE LA ALEGRÍA Y EL MIEDO, SURGE LA AMBIVALENCIA

Las escuelas infantiles han vuelto. Y para aquellos que entendemos la escuela infantil como un lugar saludable para el crecimiento de los más pequeños, como un lugar de estructuración psíquica y como un espacio que favorece su despliegue, es una buena noticia. Una buena noticia tomada con las pinzas del cuidado de la salud física tanto de niños y familias como educadores.

¿Y los colegios y resto de centros de educación?, ¿volverán? Sin duda “nada volverá a ser como antes”. Cuando sucede algo de tal magnitud como lo que nos lleva acompañando un tiempo no hay forma de volver al mismo punto. Podemos acudir a múltiples materiales, libros, novelas, películas, series…; que bajo esta idea algo comparten. Por mucho que lo deseemos a veces, lamentablemente no disponemos de un botoncito de reinicio a una fecha determinada. Pulsamos y ¡sorpresa!: de nuevo en enero de 2020. No, no somos un ordenador.

Lo sabemos pero sin embargo nos acompañan esas preguntas: ¿conseguiremos que sea lo mismo?, ¿será como antes?, ¿estamos preparados para vivir diferente? Difícil cuestión, difícil respuesta.

Es posible que las familias también os encontréis divididas. Entre estas dudas y entre el miedo y la alegría, estamos ambivalentes a la hora de tomar decisiones. ¿Recurro a la escuela o a los abuelos?, ¿busco una niñera?, ¿busque lo que busque valdrá para algo?, ¿qué es lo más saludable?...

Si el terreno fuese diferente y no hubiera riesgos físicos, no habría tantas dudas. Todos sabemos lo saludable que es para los niños, y también sus familias que haya oxigenación de espacios, que cada uno tenga sus ratitos, para cuidarse.

Para los niños escolarizados el grupo es maravilloso: comparten, juegan, aprenden, vinculan, rivalizan, se pelean, se perdonan, se conocen…y todo esto, también es salud. No nos morimos si no lo tenemos. No nos morimos físicamente. Pero ¿qué efectos tiene en el psiquismo?

Somos partidarias de no entrar en patologización previa sin conocer los efectos. Concretamente los resultantes de la pandemia no los sabemos, los estamos pensando. Pero nos podemos hacer una idea.

Es importante que los adultos brindemos espacios a la infancia para que puedan fantasear y que puedan proyectarse en el futuro. Para que puedan expresar lo que están viviendo, lo que están sintiendo. Que necesario es poder reflexionar acerca de lo perdido y darles la oportunidad de que puedan jugarlo.

Como dice Beatriz Janin en El sufrimiento psíquico de los niños: “Un tema fundamental es el sostenimiento de proyectos por parte de los padres. Cuando estos pueden armar salidas (aunque sea fantaseadas), permiten que el niño siga conectado con cosas vitales, aunque haya perdido bienes materiales. (…) ¿Qué efecto de desfallecimiento psíquico puede acarrear el que no haya esperanzas en el nivel colectivo y que el mundo externo aparezca como peligroso?” (Noveduc. Buenos Aires, 2011: 250)

Vuelvan o no a la escuela, esto no se nos puede olvidar. No se nos debe olvidar.