IR A TERAPIA. DE ESTIGMA A MODA
Habitualmente, en los últimos tiempos, y quizá desde la pandemia del COVID, son muchas las personas que han iniciado una psicoterapia. Aunque otro post podría llevar como título “Ir al psicólogo o hacer terapia”, hoy querría reflexionar sobre desde qué lugar vamos a terapia y si se trata de una moda o de algo más profundo, más auténtico, más de verdad.
“Mi psicóloga me dice ….” escuchaba un día en el vestuario del gimnasio, o, en una conversación de dos amigos mientras tomaban café: “ desde que voy a terapia, he entendido muchas cosas de mi mismo”. Desde luego, como comentaba una compañera cuando propuse el título de estas reflexiones, ojalá todas las modas fueran así, sin embargo no puedo evitar lanzar(nos) algunas preguntas.
¿Quién va a terapia?, ¿por qué ahora?, ¿a qué …?
Lo primero que pienso es que es una muy buena noticia que eso de ir a terapia se haya normalizado. Quiero decir, que podamos reconocer que no podemos solos, y que sufrimos. Va a terapia aquel que sufre y que quiere que eso cambie, desde luego este es un paso muy importante. Es en el proceso de la terapia y en los encuentros con ese espacio (terapéutico), dónde uno se va haciendo cargo de lo que le pasa, de quién es y de hacerse las preguntas, muchas, muchísimas veces, sin una respuesta inmediata.
En un mundo, momento histórico, era o sociedad en el que sufrir está mal visto, la tristeza molesta y donde todo tiene que ser para antes de ayer, ir a terapia ( tal y como yo lo concibo ) me parece difícil que esté de moda. Sin embargo, sí escuchamos con más frecuencia “yo voy a terapia”. ¿Estará cambiando algo?
“Yo he ido a terapia”; ¿cuanto tiempo? Fui 3 veces y fenomenal.
Nos sigue pasando algo con el tiempo. Y es que si alguien dice que lleva en terapia o análisis 3 años ya le miran raro y tiene que escuchar comentarios del tipo: “eso es demasiado tiempo”, “¿todavía no has solucionado lo que te pasa?”, “ cambia de psicólogo, yo fui 3 meses y ME SOLUCIONÓ lo que me pasaba”
Siento por un lado que se ha dejado de juzgar el ir a terapia como sinónimo de tener una enfermedad mental, ya hay un “permiso” para ir sin tanto prejuicio… pero por otro, y lamentándolo mucho, sigue costando llevar al paciente a su función de analizado/analizante de sí mismo.
Lo que me parece crucial, es que aprovechemos la oportunidad, y podamos ayudar a nuestros pacientes a pensar en lo que les pasa más allá del tiempo que lleven en terapia, porque quizá, hay que comenzar a decir que precisamente porque un paciente está mejor y puede pensar, tiene que seguir viniendo.
Alicia Reinoso