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Futbolistas, jardineros, periodistas… ¿todos al psicólogo?

¿Quién no ha estado estresado o preocupado en el trabajo? Y seguramente pocos hayan descolgado el teléfono y marcado el número de aquel psicólogo que te recomendaron… Sin embargo, determinadas profesiones disponen de esa ayuda a diario. Los deportistas son un claro ejemplo. ¿Qué pasa con el resto? ¿Será que no lo necesitamos?

Es habitual encontrar noticias en los periódicos deportivos hablando de los psicólogos que acompañan a los deportistas de élite, y no causa sorpresa alguna. Es tanta la presión a la que están sometidos que qué menos que disponer de profesionales de la psicología para que puedan rendir al más alto nivel. De hecho, existe una disciplina de la psicología reconocida como tal. El supuesto principal de la psicología del deporte podría ser: “el éxito o el fracaso del rendimiento deportivo puede ser dimensionado en función de la preparación psicológica del deportista”.

La psicoterapia llevada al ámbito deportivo ayuda a la tolerancia al éxito y al fracaso, a la aceptación de la autoridad, la concentración y motivación, el manejo del estrés, las relaciones con los compañeros y el trabajo en equipo reduciendo individualismos, vencer el miedo a fallar, así como pensar o construir proyecciones de la vida del deportista al finalizar la carrera deportiva.

Sin embargo, querríamos ir más allá de esta especialidad en concreto y reflexionar en torno a dos situaciones que aunque a priori se entenderían como semejantes en la práctica no se acercan tanto.

Imaginemos por un lado la que podría ser una noticia actual: “los aficionados del F.C. Barcelona andan preocupados pues recientemente se han filtrado imágenes de Messi acompañado por la psicóloga del club. Y es que en los últimos meses su rendimiento ha bajado, ¿estará triste el astro del fútbol, y de ahí su mala racha?

Y por otro lado, imaginemos por ejemplo a, Inés, dependienta en una tienda de ropa, con horarios interminables de lunes a domingo y sin posibilidad de llevar una vida social y familiar animada. Se encuentra muy cansada y desanimada y sólo quiere llegar a casa para dormir. O a Raúl. Él trabaja en una oficina y últimamente su carga de trabajo ha aumentado, por lo que anda algo estresado y preocupado por si llegará a tiempo con los plazos exigidos.

Ambos empiezan a plantearse ir a terapia psicológica, aunque ni siquiera lo han comentado con familiares y amigos. No se animan a comentarlo pues esperan respuestas del tipo: “pero es normal que te estreses, se te pasará” o “tú no estás loco/a como para ir al psicólogo”.

Sería estupendo que en lugar de estas afirmaciones encontrásemos de manera generalizada: “pues haces muy bien, seguro que te viene fenomenal tener un espacio para pensar tus cosas”. Pero a pesar de que estamos en el siglo XXI ir al psicólogo sigue generando ciertas reticencias. Curioso, pues en el caso de Messi seguro que nadie pensaría “está loco”.

El trabajo con el atleta de alto rendimiento es ofrecer contención para las frustraciones, las habilidades psíquicas de concentración, la atención y la motivación entre otras cosas. ¿Y no será igual de necesario ofrecerlo en el ejercicio de cualquier profesión?

No negamos la necesidad en la élite deportiva, de hecho, cada cierto tiempo y tras la retirada de deportistas de gimnasia rítmica por ejemplo, las noticias hablan de la crisis sufrida tras la retirada y la necesidad de ayuda profesional. No debe ser fácil desde luego llegar a la treintena y que tu carrera profesional se termine porque es el momento, porque tu cuerpo ya no puede ofrecer más, y qué bien debe de venir un apoyo psicoterapéutico para recolocarte y comenzar a caminar desde otro lugar. Pero es cierto también que este apoyo psicológico es igual de necesario y ofrece un gran beneficio positivo en aquellos momentos en los que nos sentimos tristes, desbordados o algo estresados, porque nuestro trabajo o profesión no pasa por el mejor momento, o ¿hay que ser Cristiano Ronaldo y que nuestro acierto frente a portería no esté en su mejor momento para pedir ayuda