DEPRESIÓN Y MUJER

Un tema muy complejo que nos apetece compartir y reflexionar sobre ello.

En esta entrada nos hacemos algunas preguntas, entre tantas que nos podemos hacer. ¿Influirá en la manera que tenemos de enfermar el conjunto de ideales y modelos que recibimos? En cuanto a las niñas, ¿influirá la manera que tenemos de educar a nuestras niñas? Y a su vez, en la consulta como psicoterapeutas ¿cómo abordamos estos aspectos? ¿Qué reconocimiento otorgamos a esa persona que tenemos enfrente con sus dolores y malestares?

Con Nuestras niñas nos referimos a las niñas que tenemos a nuestro alrededor ya sean hijas, hermanas, nietas, alumnas, hijas de amigos, pacientes, etc. Lo mismo nos podemos plantear con nuestros niños, eso para otra entrada del blog o para que vayamos reflexionando sobre ello. Según los dichos más populares y tradicionales, las mujeres somos más exageradas, algunas histéricas, ahora se dice más que somos muy intensas, más sensibles… ¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo son y cómo sienten las mujeres?

Como nos cuenta Emilce Dio Bleichmar, psiquiatra y psicoanalista, en su libro “La depresión en la mujer”, la feminidad está dotada de enormes recursos para hacer frente a la depresión. Dice que las mujeres somos capaces de los mayores esfuerzos físicos y psicológicos, de actos valerosos y heroicos, de vencer miedos e inhibiciones siempre que se trate del cuidado, atención o defensa, en primer lugar y sobre todo, de los hijos e hijas; pero raramente somos capaces de utilizar o poner esos mismos recursos y habilidades al servicio de nosotras mismas. Con su libro pretende, en parte, tratar de invertir esa tendencia, y que la responsabilidad del cuidado de los otros no se plantee en oposición a un esmerado autocuidado y respeto por nosotras mismas.

La mujer se halla inmersa en un proceso en el que no logra “adaptarse” del todo a los modelos de feminidad vigentes, protestando y rebelándose a través de medios indirectos, inconscientes, corporales…

¿Cuáles serán los inicios de este proceso? Para esto, en esta entrada, nos vamos a remitir a la educación de las niñas, de una manera propositiva y que pensamos necesaria. Para ello traemos a una emblemática autora del panorama literario africano como es Chimamanda Ngozi Adichie, que en uno de sus libros nos dice “en lugar de enseñarle a tu hija a agradar, enséñale a ser sincera. Y amable. Y valiente. Anímala a decir lo que piensa, a decir lo que opina en realidad, a decir la verdad […] Dile que, si algo la incomoda, se queje, grite”.

En definitiva, sería que aprendan a saber lo que piensan, sienten, lo que les pasa. Que puedan encontrarse con quienes son y puedan desarrollar un criterio propio. Y esto no es tan fácil.

Ya no tan niñas nos encontramos con la importancia de comprender en profundidad para buscar y poner en marcha medidas y soluciones al “territorio sin ley” en el que se encuentran los y las adolescentes. Un panorama en el que no saben ni dónde está el límite, ni distinguen lo que es transgresión de lo que no, donde no hay referentes (situación de enorme confusión) y hay un desconocimiento generalizado de lo que es cuidarse y los cuidados, entre otras cuestiones. Es necesario poder reflexionar acerca de los efectos que todo esto tiene en la subjetividad juvenil. Desde la población juvenil sería importante que puedan identificar y legitimar sus malestares para poder enfocar algunos temas sin tener tanto miedo. En definitiva, que puedan entender mejor qué les está pasando y que aprendan lo que pueden hacer.

¿Qué pensáis sobre todo esto? ¿Te sientes identificada con alguna parte?

Si te parece que escondes una depresión detrás de la hiperactividad, de la ansiedad, de los malestares físicos o de tu irascibilidad, trata de averiguar cuál es el malestar contigo misma. ¿Puedes identificar el motivo? Es importante que tratemos de clarificar cuál es nuestra contribución o nuestras limitaciones; en concreto, poder ser honestas con nosotras mismas, no hacernos trampas y asumir nuestra responsabilidad.

Desde Psyquia os animamos a buscar alguna solución y no contentaros con la queja. Y si a veces no somos capaces de darnos respuestas o encontrarlas en nuestros seres queridos, consultar con alguien profesional, no te des por derrotada.

 

Ana del Pozo