Desmontando Etiquetas
Nuestro lenguaje es tan rico que cada palabra está cargada de sentido, de muchos sentidos. Y cuando hablamos del malestar de las personas mucho más. Hay un lenguaje técnico para eso. Pero ¿hasta qué punto es necesario? ¿ayuda a entender? o ¿encasilla y cierra?
En las I Jornadas de la Fundación Esfera se reflexionó mucho en torno a estas cuestiones y nos gustaría aportar unos apuntes acerca de la Diversidad Funcional en concreto.
Diversidad funcional y diagnóstico. Estos son 2 de los conceptos que han acompañado el día de las I Jornadas de la Fundación Esfera el sábado pasado.
Diagnóstico no es una sorpresa pues ya aparecía en el título dado a estas jornadas: “Creciendo entre etiquetas. Diagnóstico, discapacidad e identidad”. Sin embargo, Diversidad Funcional se ha dejado ver muy por encima de otras etiquetas junto a por ejemplo, trastorno madurativo en la primera infancia.
La diversidad funcional es un término joven, con mucha intención de futuro y de crear algo nuevo. Es un concepto que surge en 2005 con el propósito de luchar contra cierta terminología peyorativa hasta el momento.
Si algo nos ha dejado este encuentro entre profesionales, familias y pacientes es que detrás de la diversidad funcional puede haber muchas cosas, aunque en un principio se piense que anda por allí la discapacidad intelectual y ya. Y claro, si sólo nos encontramos eso la solución es clara para atender a estas personas: Centros de día, centros ocupacionales, residencias y trabajo supervisado por el mediador correspondiente.
Desde Psyquia no queremos cuestionar estos dispositivos, pues sabemos de la importancia y necesidad en muchos casos, pero creemos importante dar un paso más. Un pasito más en el que a estos sujetos se les escuche fuera del diagnóstico, prestando especial atención a su individualidad. Y si no estuviera, ayudando a construirla. ¿Y en qué lugar podría darse esa opción? En el espacio de la psicoterapia.
Una psicoterapia que tenga en cuenta que en el proceso de la cura, el paciente es, ante todo, un ser que dialoga y no un organismo a la espera de hacer aquello que viene de otro. La importancia del organismo es innegable y ha de ser atendida, por el médico, el psiquiatra o quien corresponda. Pero hay un resto que ha de ser pensado en consulta con el psicoterapeuta. Se piensa con el paciente. Se piensa acerca de su forma de estar en el mundo, de las relaciones que tiene, con su madre, con su padre, con amigos, con el resto. Un lugar que brinda la posibilidad de hablar acerca de su propio sentir hacia su cuerpo, su sexualidad, la agresividad y otras emociones surgidas en su día a día.
Parece que Diversidad funcional pretende algo de esto. Separar lo encasillado, lo puramente biológico de lo psíquico, sin negar la relación, pero pensando en la posibilidad de dar una salida distinta al sujeto. Que deje de ser el discapacitado que no puede o el que no sabe lo que quiere y el resto sí, para pasar a ser un sujeto que tiene algo que decir acerca de su propio deseo.