Pinceladas sobre el acompañamiento terapéutico
Desde hace un tiempo, hay una figura terapéutica que va ganando terreno en España. Hace relativamente poco tiempo, ni se conocía. Desde Psyquia queremos acercaros esta semana al Acompañante Terapéutico.
El Acompañamiento Terapéutico es un instrumento clínico que acompaña a otros elementos terapéuticos: psicoterapia, psiquiatría, hospital de día, piso tutelado, etc. Se presenta como un recurso complementario, ayudando especialmente a aquellos pacientes que tienen dificultades para mantener la continuidad que requiere por ejemplo una psicoterapia, aquellos que les cuesta mantener ciertas rutinas en su vida diaria o para aquellos que se encuentran en una importante situación de aislamiento. De este modo, podemos encontrarnos con esta intervención tanto en el tratamiento habitual del paciente como en presencia de una crisis.
El acompañante trabaja en el lugar donde está el paciente, en lo que los propios acompañantes terapéuticos llamamos “la clínica de lo cotidiano”. Es un trabajo que se realiza en la comunidad y en las actividades de la vida cotidiana del paciente. Allí donde éste lo necesite. ¿Pero esto que es exactamente? ¿Ayudar a hacer la compra?, ¿hacerle compañía en casa?, ¿ayudarle con las tareas del hogar o el aseo diario?, o ¿es salir juntos a tomar un café o a dar un paseo? Pues ninguna de ellas por sí mismas, pero a la vez pueden ser todas ellas.
Empecemos por el centro de todo. El vínculo. La base del acompañamiento terapéutico es el vínculo. Se trata de ir estableciendo un vínculo positivo, seguro y de confianza con el paciente. Al fin y al cabo, si uno no confía en ese profesional que intenta ayudarle difícilmente podrá hacerlo, ¿cierto?
Desde el vínculo con el paciente se desempeñarán distintas funciones, pero el objetivo final es que una vez creado ese vínculo el paciente pueda poner en escena y desplegar ahí lo que le sucede en el resto de situaciones de su vida, con sus familiares y/o amigos, pudiendo trabajarlo en el momento que surja. Tristeza, angustia, agresividad, rabia y cabreo por ejemplo, podrán ser pensadas en el mismo momento en que surgen.
El acompañante escuchará sus preocupaciones, contendrá su angustia y agresividad, le acompañará en aquellas tareas que más le cueste desenvolverse, sin ofrecerle la solución, sino siendo “una muleta” que le ayude a caminar por aquellas vivencias que más problemáticas le resultan y “un espejo” donde verse reflejado.
Así, el acompañamiento terapéutico facilitará la adherencia al resto de dispositivos terapéuticos del paciente. Todo ello, gracias al despliegue del vínculo con el paciente, ofreciéndole un espacio de confianza, estando allí donde él necesite y respetando su ritmo psíquico, motor y/o emocional.
El vínculo viene a intentar abrir un espacio distinto al que está acostumbrado el paciente. Generalmente todos sus vínculos giran en torno a su enfermedad, su discapacidad o demás déficits. Como objetivo, se intenta crear un espacio nuevo fuera de ese estancamiento. Se interviene fuera de la enfermedad. De alguna manera se le ofrece la posibilidad al paciente de actuar, comportarse y ser de otra manera a la esperada. Se trata de desenfocar la identidad de la persona con su enfermedad, discapacidad, malestar: “además de ser…., es persona”.
Os invitamos a ver la película Intocable (Francia, 2011), donde se muestra algo de la potencia terapéutica de este vínculo.