NEGANDO LA MAYOR: ¿SERÁ QUE NO ME PUEDO ENTERAR?

“Decir que algo no existe, no es verdad o no es como alguien cree o afirma”

“Dejar de reconocer algo, no admitir su existencia”

Estas son las primeras acepciones con las que la Rae nos explica el significado de negar. Coloquialmente es una palabra que anda entre nosotros y no parece que esté muy dispuesta a marcharse.

Escuchamos a menudo expresiones que contienen la idea de negación. En duelos, en separaciones, en padres cuando hablan acerca de sus hijos, en enfermedades, en acontecimientos traumáticos. Todas expresadas desde la pura normalidad. Y el que escucha hasta puede entenderlo, como si dijera: “¡cómo no va negar con lo que tiene encima!”, “¡normal que no lo vea!…es muy duro”. Pero también aparecen expresiones al otro lado de la moneda: “¡no entiendo como no puede verlo!” o “en algún momento tendrá que dejar de negarlo”.

“Negando la mayor”, es la expresión por excelencia que recoge como en ocasiones, a pesar de ser clarísimo lo que tenemos en frente, no lo vemos. Quizás sería más acertado decir que no podemos: no podemos ver ni hacernos con lo que nos ocurre.

Pero la negación desborda lo cotidiano y se cuela dentro de lo clínico, de la salud psíquica de las personas. Es más complejo sin duda, pues opera a modo de defensa. Cuando uno niega seguramente no puede elegir no negar. Cuando uno se sitúa desde esta posición es porque no pudo hacerlo de otra manera. Negamos porque es lo que podemos hacer frente a algo insoportable.

La negación pone en pausa la capacidad del individuo para hacerse cargo de la realidad. Y precisamente por eso aparecerá. Cuando uno no puede tolerar lo que tiene delante, se defiende. Y en ocasiones la defensa elegida es la negación.

Curiosamente la negación inicial puede ser puramente adaptativa. Te da un margen, te concede tiempo para adaptarte a una situación dolorosa o estresante. Y es que ya lo dijo Freud en su artículo La Negación: “Negar algo en el juicio quiere decir, en el fondo, eso es algo que yo preferiría reprimir”.

Siguiendo este hilo no es de extrañar que en estos momentos estemos rodeados de negación. Frente a la muerte y la enfermedad a veces es difícil hacer otra cosa. Pero claro, tiene un coste. Cuando uno niega corre riesgos y al final se expone.

Desde Psyquia nos interesa preguntarnos al servicio de qué está la negación en cada persona. Por qué uno se defendió de esa forma y no de otra. Y sobre todo, entender y ayudar en aquellos casos donde la negación dejó de ser algo transitorio para instalarse de manera rígida.

Si nos paramos a reflexionar en torno a la negación (y otros modos defensivos) estaremos en disposición de entender como ante situaciones complicadas las personas respondemos de diversas maneras, a veces antagónicas, frente a un mismo suceso. De nuevo aparece la singularidad de cada uno, tan importante para nosotras.

Claramente la negación se traduce en el rechazo a la existencia de realidades, internas o externas, desagradables. Evitan la angustia, pero es que ¿quién está dispuesto a recibir y saludar a la angustia?