SOBRE LA CULPA

Esta semana en nuestro blog queremos dar unas pinceladas sobre la culpa, una emoción más que nos acompaña continuamente a lo largo de nuestra vida y nuestras vivencias. Unos momentos más ausente, en otros se presenta de manera más intensa.

En la consulta nos encontramos sentimientos de culpa constantemente de todas las maneras y formas, dependiendo de lo que cada persona considere que está bien o está mal: “me siento culpable por haberle dicho… por no haber hecho… por haber hecho… tanto tiempo sin darme cuenta… por lo mal que lo hice… por no llegar a tiempo… por no haber sido capaz de… tan culpable de su muerte… por no haberle cuidado más… culpable por no tratarme mejor… culpable sin saber por qué ante el enfado del otro… culpable por no haber actuado de la manera esperada… culpable por cómo soy… por no ser lo que mi familia esperaba de mí… culpable por sentir lo que siento… por no ser la persona que me gustaría ser…“. Y un largo etcétera donde siempre aparece un juicio. Un juicio más determinante sobre la propia persona,  «soy mala” o si no, sobre el comportamiento, “estuve mal”.

Sandra Buechler nos indica que las emociones son adaptativas. Las emociones tienen funciones motivacionales que les otorgan cualidades adaptativas críticas; por ejemplo, la culpa motiva el razonamiento moral, la empatía y la reparación de relaciones dañadas. Considerar la naturaleza esencialmente adaptativa de las emociones conlleva importantes implicaciones clínicas. Ayuda a concebir y orientar los objetivos y métodos del tratamiento, así como el sentido del progreso.

Qué importante es ser capaces de diferenciar esa culpa que nos condena, de la que nos ayuda a crecer, a reflexionar sobre nuestros actos, poder empatizar con las otras personas y, a veces, sobre todo a ser conscientes de que tenemos la capacidad de dañar. La mayoría de las veces es tan difícil ser conscientes de esa capacidad de dañar al otro por sentirnos “tan mala persona”, pero, si conseguimos acercarnos a ese doloroso lugar, se abre la gran posibilidad de nuestra capacidad de amar.

Pero qué diferente llega a ser la culpa; en cada situación y en la unicidad de cada persona al sentirla. Pudiendo llegar a ser algo demoledor.

Silvia García Esteban cuando vino el curso pasado a una sesión de formación presencial que tuvimos en Psyquia, contándonos su recorrido desde su vivencia en primera persona, nos hablaba de la culpa como estructura psíquica que le ayudó a sobrevivir, porque esa culpa le ayudaba a tapar tanto odio desde el cual, la vida era un infierno. Ante tanta dificultad y tanto dolor, me quedo con ese proceso personal, tan admirable, en el que aparece como posibilidad el reconciliarse consigo misma, la aparición de un deseo vital y conseguir vivir una vida digna.

Por otros lares, existen autoras, grandes autoras que escriben y nos cuentan sobre la culpa en las mujeres.

Emilce Dio Bleichmar nos cuenta que el sentimiento de culpa inicial se produce ante la autoridad externa, razón por la cual en la infancia practicamos una doble moral: delante de papá o mamá no se puede, a escondidas sí. Progresivamente vamos interiorizando la autoridad y construimos nuestra propia tabla de valores, nuestra conciencia moral ante la cual respondemos (la estructura subjetiva del superyó). Algo que desde nuestro interior nos juzga. Pero si bien son nuestros propios pensamientos los que nos condenan, este superyó, esta voz interna, es un precipitado complejo de voces escuchadas, de órdenes recibidas, aunque también de aspectos menos evidentes como deseos intuidos, expectativas no confesadas y de modelos vigentes en nuestro entorno. Todo este conjunto, en distintas proporciones, se convertirá para cada persona en esa autoridad interna que juzgará nuestra conducta.

Dio Bleichmar nos dice que “uno de los componentes más frecuentes y habituales en las mujeres en la construcción de la depresión es el sentimiento de culpa. Pero que la culpa esté presente en la mente no es razón suficiente para declararse culpable, es decir, no siempre la culpa es el resultado de una falta cometida: te puedes sentir culpable sin ser culpable” (Madrid, 2015, pp 174).

Y, por otro lado, Nora Levinton hace una crítica a la teoría freudiana y a una teoría sexual infantil como premisa universal, entre otras, para hacer un intento de reformulación diferente sobre el superyó femenino. Retoma la cuestión del superyó como un organizador intrapsíquico que se ocupa de reglamentar mediante restricciones, mandatos e idealizaciones todo un delicado entramado que regulará la relación de la mujer consigo misma y con su entorno, estructurando un modelo frente al cual se debatirá en permanentes comparaciones que revelarán fallos entre lo idealizado y lo percibido, y que será causa de dolorosos conflictos. Y, sobre todo, generador del casi omnipresente sentimiento de culpa.

Si eres un profesional de la salud mental y te interesa el tema, desde Psyquia Formación tenemos una sesión sobre la culpa en el IV ciclo de formación que se realizará durante este curso*.

Ana del Pozo Palomo

 

*https://formacion.psyquia.com/courses/iv-ciclo-de-formacion-una-clinica-de-lo-humano/

 

Referencias bibliográficas:

  1. Dio Bleichmar, E.: La depresión en la mujer. Edición temas de hoy. Madrid, 1999.
  2. Levinton, N.: El Superyó femenino: la moral en las mujeres. Biblioteca Nueva. Madrid, 2000.
  3. Buechler, S.: Marcando la diferencia en las vidas de los pacientes. La experiencia emocional en el ámbito terapéutico. Ágora relacional. Madrid, 2015.