¿SALIR DEL MUNDO PANDÉMICO?

Hace un año escribíamos en nuestro blog un artículo sobre la pandemia que lo titulamos “Ya nada será igual”. En él nos planteábamos dos preguntas ¿ya nada volverá a ser lo mismo en nuestras vidas? y ¿cómo impactará esta catástrofe mundial en la subjetividad?

Hoy, tras un tiempo recorrido, son preguntas que se mantienen abiertas, la covid sigue en nuestras vidas. Siguen las mascarillas, las distancias de seguridad, los aforos limitados, el codo, un hola en la distancia…, son las nuevas formas de saludar. Los abrazos restringidos pertenecen a nuestro día a día y se abren más interrogantes: ¿podremos salir del mundo pandemia?, ¿podremos dejarlo atrás?

Seguimos en un momento de comprensión de este real traumático que irrumpió en nuestra vida y que hizo una brecha, una ruptura que vino a transformar el mundo que conocíamos, un antes y un después. Lo traumático deja marcas, las marcas del acontecimiento que no nos deja indiferente.

Para cada persona ha sido de una forma particular: padecer la enfermedad, un familiar cercano enfermo, pérdidas de seres queridos, confinamientos, miedos exacerbados, la covid como la coartada perfecta para paralizar nuestra vida, fiestas de fin de cursos, graduaciones sin celebrar y un sin fin de situaciones, cada cuál desde lugares únicos e intransferibles. Pero esas huellas nos acompañarán a lo largo de nuestras vidas.

¿Llegarán a ser recuerdos? Esperemos que sí, que se vayan convirtiendo en historias pasadas, en frases del pasado: “¿recuerdas esos años de pandemia?”, pero ese tiempo no ha llegado aún.

Vuelve el verano, las vacaciones y tenemos un escenario con posibles salidas de esta vivencia, la luz al final del túnel. Llegan las vacunas, bajan los contagios, sabemos un poquito más de cómo tratar y combatir el virus y nos contagiamos ahora de cierto optimismo, donde intentamos pensar un mundo post-pandémico. En algunos países se relajan las medidas sanitarias: salir sin mascarillas al aire libre, poder circular, el mundo del ocio comienza a dar sus pasos para activarse. Pero es fundamental no olvidar que esta pandemia nos trastocó y nos hizo parar, pensar y repasar nuestras vidas. Aún convivimos con el virus y nos queda un tiempo y un recorrido para que esto sea un recuerdo.

Las primeras reacciones para protegerse del covid iniciadas con la distancia de seguridad y con no tocar al otro nos indicaban claros indicios de un mundo más deshumanizado, donde el empuje del capitalismo ganaba terreno. Un mundo solo de producción, de seres protegidos, temerosos e individuales, como nuestra nueva forma de vivir: bocas tapadas, aléjate del otro, no abrazar, no acercarse, no reunirse…

Sin embargo, vemos que esa no es la vía para continuar, que la posible vía para llegar al momento de concluir de este trauma requiere de las masas. Algo se va tornando más claro, la salida de este acontecimiento traumático debe ir de la mano de una construcción colectiva, pues no podremos elaborar y hacer algo con esta pandemia sin tener en cuenta al otro, al otro cercano y al otro no tan cercano, esos que están a kilómetros. Es un reto que nos incluye a todos los sujetos del planeta y no nos sirve la consigna sálvese quien pueda o salvemos solo a unos países y no a otros.

La vía colectiva no está asegurada, pero sí es la vía posible para transitar esto. No podremos llegar a un momento de salida y conclusión de la pandemia sin tener presente en nuestra salvación al otro.