EL SÍNDROME DE RESIGNACIÓN

El primer caso se registró en 1998 y hasta hace muy poco, parece que sucedía solo en Suecia, donde cientos de niños refugiados caían en un estado comatoso a partir del instante en que sus familias son informadas de que no se les concede el derecho de asilo y deben regresar a sus países de origen.

Resignarse implica “Aceptar como irremediables un estado o situación molestos o perjudiciales, generalmente después de haber luchado para solucionarlos o evitarlos” (1). Es decir, ya ha habido un proceso de un intento de elaboración psíquica fallida para tratar de salir de dicha situación que excede al sujeto.

El doctor Karl Sallin, pediatra del Hospital Infantil Astrid Lindgren de Estocolmo, lo explica diciendo que estos chicos, casi todos adolescentes, “han estado viviendo historias durísimas, pero protegidos por su psicología infantil, esa maravillosa imaginación de los niños que les permite vivir un poco en sus juegos, fuera de la realidad, pero que al llegar a la adolescencia y tomar realmente conciencia de cuál es su situación y la de su familia, colapsan. Y ese colapso suele coincidir con la grave crisis que se desencadena en las familias en el momento en que son informadas de que se les deniega el derecho de asilo y que van a ser expulsadas de Suecia” (2).

El doctor Sallin nos da pistas acerca de la importancia del juego en la infancia, en el tramitar psíquico y la necesidad de poder trasladar ese juego a la adolescencia, de modo que ayude a imaginarizar y simbolizar los procesos subjetivos de otra manera. Necesitamos un puente intermediario entre la pura realidad y nosotros mismos para que el choque no resulte brutal. Lo Real si no deviene siempre traumático.

El concepto de trauma psíquico surge a partir de los primeros estudios de Freud sobre la histeria en 1895 en su famosa carta 69. Freud cambia la concepción de trauma que tenía hasta entonces como un acontecimiento real en la vida del sujeto para comenzar a verlo desde el lugar de la fantasía del sujeto. En más allá del principio de placer tiene que reformular el concepto de trauma psíquico donde ya no se tratará tanto de los efectos de un acontecimiento en sí mismo sino hasta qué punto el aparato psíquico puede tramitar, o no, dicha vivencia traumática independientemente de cuán intensa fuera esta.

Pero ¿Qué es el trauma? Laplanche y Pontalis lo describen como un: Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad de responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica (3).

Freud dirá que: llamamos así a una experiencia vivida que aporta en poco tiempo, un aumento tan grande de excitación a la vida psíquica que fracasa su liquidación o su elaboración por los medios normales, habituales, lo que inevitablemente da lugar a trastornos duraderos en el funcionamiento energético. El aflujo de excitaciones es excesivo en relación con la tolerancia del aparato psíquico tanto si se trata de un único acontecimiento muy violento como de una acumulación de excitaciones, cada una de las cuales, tomada aisladamente sería tolerable, falla ante todo el principio de constancia, al ser incapaz el aparato de descargar la excitación.

El síndrome de resignación es un síndrome que afecta a niños y adolescentes, de entre 7 y 19 años de edad. Los médicos explican como los niños no padecen ningún problema físico ni neurológico y los primeros síntomas son la apatía, la depresión y el aislamiento del resto de la sociedad. Después, los niños dejan de hablar, de comer y beber, incluso de ir al baño, hasta que dejan de responder a los estímulos y entran como en un sueño profundo del que no despiertan. Es como si el efecto traumático les llevase a una regresión a un estado anterior que nos recuerda algo de lo mortífero.

La pulsión de muerte aparece como la tendencia al retorno de un estado anterior, donde se elimine cualquier tensión. Es un empuje psíquico de energía no ligada, cuyo fin es retrotraer al psiquismo a un estado de no tensión y reposo total y, con ello, trascender la inestabilidad y aumento de excitaciones propias de la vida del organismo.

El síndrome de resignación nos hace pensar en el cuento de Blancanieves, donde una princesa huye de su reino, pierde todo lo que era su vida anterior por buscar una vida mejor en un mundo desconocido para ella, y es en ese preciso momento, en el que al morder una manzana envenenada cae en un profundo sueño del que no puede despertarse, cayendo en un eterno letargo. En la realidad de estos niños no basta para despertarse con el amor de un príncipe azul, ni siquiera con el de sus padres es suficiente.

Desde Psyquia nos preguntamos si socialmente hay algo que podamos hacer con esta situación que apela al Otro como semejante, porque todos necesitamos sentirnos protegidos y refugiados de alguna manera para poder vivir.

 

Referencias bibliográficas:

(1) RAE

(2) K. Sallin, H. Lagercrantz, K. Evers, I. Engström, A. Hjern y P. Petrovic (2016): «Resignation Syndrome: Catatonia? Culture-Bound?», Frontiers in Behavioral Neuroscience, vol. 10: art. 7.

(3) Laplanche, J. y Pontalis, J.B. (1996): Diccionario de psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires.

(4) Freud, S. (1916): Los caminos de la formación de síntoma. Conferencias de introducción al psicoanálisis. Amorrortu Editores. Buenos Aires.