¿SOLEDADES DESEADAS?

Cada vez es más frecuente encontrarnos con jóvenes que se sienten solos, que sufren por sentirse solos y con mucho miedo a no encontrar pareja, a no ser queridos. Este sufrimiento les lleva a enfermar con ataques de ansiedad, depresión, problemas de alimentación, del sueño, y un largo etcétera que les sumerge en una crisis donde el aislamiento es mayor.

Se podría pensar que se debe a las dificultades sociales de nuestro tiempo con las pérdidas de referencias, las emergencias de otras, la velocidad, la inmediatez, los efectos de las redes sociales…

¿Se trata solo de ésto? Parece que tiene que ver con algo más íntimo: ¿qué se pierde de uno en el encuentro con el otro?

Me da miedo ofenderle … por eso al final nada”, me decía un paciente.

¡No sé qué ha podido pasar! ¡Llevo un mes preparándole unas citas increíbles, perfectas!”, me decía otro.

A veces resulta tan doloroso afrontar las incertidumbres que supone saber que el otro no es una imagen de Instagram, sino que se trata de una persona con sus propios deseos e inquietudes que puede llevar a la desmotivación y desazón para continuar conociendo a alguien.

Para paliar este malestar se recurre a la fórmula de dar y dar para que no falte de nada, pensando que de esta manera nadie pierde y que se tiene todo bajo control, sin caer en la cuenta que esta solución coloca a la supuesta conquista en un lugar demasiado carente.

Otra vía a la que también se recurre es a neutralizar todo intento de acercamiento sexual, convirtiéndose uno en el “mejor amigo/a” de la persona a la que supone que se quiere seducir, con el coste de reditar el sufrimiento afectivo que conlleva.

O se acaba recurriendo a la evitación como solución final, porque vuelven las ideas de incapacidad para poder seducir, no ser merecedor de ser elegido, o de que todo está mal.

Y de nuevo solo, sumergido en una crisis más intensa amplificando el dolor y el aislamiento.

Como ya explicó Bowlby, las capacidades que ayudan a identificar, diferenciar y regular las emociones y los afectos se aprenden. Es por ello que la experiencia psicoterapéutica puede ser un espacio donde desarrollarlas de una manera satisfactoria para uno mismo.

¿Qué pensáis sobre todo esto?

Desde Psyquia os animamos a construir una satisfacción diferente, a tener un nuevo enfoque de las cosas, una nueva forma de relacionarse con las personas y un nuevo manejo con el mundo.

Mª del Valle Vega

Referencias bibliográficas

FREUD, S. : Contribuciones a la psicología del amor, vol XI, Buenos Aires, Amorrortu, 1976.