COVID-19 Y LA VUELTA AL COLE
Con una vuelta a clase enmarcada en este escenario de pandemia mundial y teniendo en cuenta que los regresos e inicios siempre traen algo de nuevo y de nervios, sabemos que el primer día de clase lo recordamos con ese gusanillo en el estómago de lo inesperado. Pero en esta oportunidad tenemos la incertidumbre añadida sobre cómo se va hacer: protocolos de seguridad ante la Covid-19, clases burbujas, confinamientos por zonas, clases online…: preguntas y más preguntas ante el desconcierto de padres, docentes y alumnado.
Leemos y no paramos de leer mensajes en nuestros chats de whataspp* donde volcamos las diferentes dudas que nos despierta este escenario: ¿qué tenemos que hacer ante un positivo? y por otro lado, vemos fotos de protocolos de acción del colegio, del Centro de Salud, de Sanidad etc.
*“ María: ¿si tuve contacto estrecho con un positivo pero mi PCR es negativo tengo que quedarme aislada?
Amiga 1: “Sí, parece que sí, son 14 días. Espera no, han dicho que ahora solo 10 días”
Amiga 2: He dado positivo en el PCR, pero Luis y Gael no”
Amiga 3: Ánimo, yo me enteré que la compi del curro esta confinada y no lo está pasando bien, tiene mucho malestar”
En este panorama lleno de caos, de miedo y de ambivalencia retomamos nuestras actividades. En Psyquia nos interesa que no olvidemos lo importante que es retomar esos espacios de gran valor social. Sabemos que no son momentos fáciles, pero en medio de este caos vemos como llegan los más pequeños, y no tan pequeños, a casa contentos de ver a sus amigos después de meses de confinamientos. Lo importante que es que no pierdan ni perdamos esos vínculos afectivos y sociales…
Los recreos son diferentes, las aulas son diferentes, el subirte al transporte público es diferente pero algo permanece: el valor de la educación como un instrumento social que nos ayuda para estructurarnos. Aprender nos ayuda en nuestra subjetivación como personas y que algo de nuestra forma de posicionarnos en el mundo se construya. En términos freudianos podríamos decir que permite que nuestra regulación pulsional no se obstaculice.
Es importante en estos momentos tan complicados llenos de miedo e incertidumbre que no perdamos de vista a los más pequeños y a uno mismo. Sabemos desde el psicoanálisis que el síntoma es lo mejor que hemos podido hacer para afrontar la situación que nos ha tocado vivir, también lo leemos como una alerta, una señal que nos indica que algo no va bien. Si algo de nuestro hacer se nos estanca, hace síntoma, si algo de nuestra regulación pulsional se encuentra obstruida, el deseo se aplasta y uno se cansa más, se agobia, no puede, no tiene fuerza para casi nada. Si esto se mantiene en el tiempo puede generar momentos de tristeza, angustias y cuadros más complejos como depresión, desajustes emocionales entre otros.
Vivimos momentos muy tensos que no son fáciles para nadie: adultos, adolescentes e infantes. No perdamos de vista que estamos más expuestas/os a que surjan malestares, angustias, miedos que nos obstaculizan, nos dejan sin fuerzas y puede ocasionarnos síntomas varios que son pensables y que con la ayuda indicada de un profesional se logra hacer con eso algo menos dañino, menos cargado de malestar y sufrimiento.