HAZ LO QUE QUIERAS

-Hay que desearlo.

Bastian meditó largo tiempo y luego dijo:

-Es extraño que no se pueda desear simplemente lo que se quiere. ¿De dónde vienen realmente los deseos? ¿Y qué es eso, un deseo?

Graógraman miró al muchacho con los ojos muy abiertos, pero no respondió.

Unos días más tarde tuvieron una conversación muy importante.

Bastian le enseño al león el reverso de la Alhaja.

-¿Qué significa? -preguntó- . <<Haz lo que quieras.>> Eso quiere decir que puedo hacer lo que me de la gana, ¿no crees?

-No. -dijo con voz profunda y retumbante-. Quiere decir que debes hacer tu verdadera voluntad. Y no hay nada más difícil.

 

“Haz lo que quieras” es la inscripción que se encuentra en el reverso de Áuryn, el medallón de la novela La historia interminable escrita por Michael Ende en 1979.

Esta interpretación inicial de Bastian sobre el significado de la inscripción que tanto enfada al león, no está lejos del sentir general de la sociedad que nos ha tocado vivir. El imperativo del “porque yo lo valgo” reina en el engaño del “querer es poder”.

Áuryn concede a su portador deseos infinitivos pero es un poder tramposo porque “haz lo que quieras” no significa hacer tu voluntad a capricho sino tener la responsabilidad de encontrar el camino de tus verdaderos deseos, o caer en la trampa mortal de convertirte en un loco de la fantasía.

Curiosamente, la responsabilidad suele difuminarse en la oda a la libertad. Somos conocedores de nuestros derechos pero se nos suele olvidar que todo derecho lleva asociado una responsabilidad y una obligación. Y es precisamente la responsabilidad la que pone coto para que los deseos puedan ser posibles y no ensoñaciones infantiles. 

Querer sin límite y pensarnos merecedores de ello, nos conduce a los mundos ideales de lo imposible. Y cuando nos sentimos perdidos en la búsqueda de ese paraíso perdido que nunca existió, nos encontramos precisamente a lomos de Fujur huyendo del Mundo de Fantasía que está a punto de sucumbir a la nada.

Es entonces cuando nos deprimimos pensando en que si no podemos, es porque somos seres faltantes, porque en el reparto de cartas de la vida, alguien no nos dio las que nos merecíamos, o porque pensamos que los demás gozan de privilegios que hacen injusta nuestra existencia. Sostenemos con fuerza que hay otros que sí que pueden todo lo que quieren porque así mantenemos viva la llama de la omnipotencia y de la existencia de ese mundo ideal.

Lejos de querer trasmitir una visión pesimista y desmotivadora, pensamos en que la renuncia a lo ideal es justamente lo que nos va a permitir lograr metas buenas y posibles.

Encontrar la verdadera voluntad de la que habla Graógraman es el proceso que nos lleva a dejar de ser esos personajes sobreexigidos y frustrados inmersos en la parálisis de la autocontemplación para crecer y avanzar en el viaje de conocer nuestro auténtico deseo y los esfuerzos apasionados que nos conducirán a él. Y es esto precisamente, lo que ocurre en un proceso psicoterapéutico.

Hay que poder separarse de la historia del deseo interminable para poder escribir nuestra propia historia de vida.

 

*Imagen extraída de la película La historia interminable (1984), dirigida por Wolfgang Petersen