LA IMPORTANCIA DE LA CURIOSIDAD INFANTIL


La gran mayoría de los niños y niñas vienen al mundo con una vitalidad y capacidad de explorar que les convierten en seres extraordinariamente curiosos. Esta capacidad y motor de búsqueda resulta fundamental, no solo para el desarrollo motor del infans sino para su desarrollo psíquico y la posterior salud mental.

Catherine L´Écuyer en su libro “Educar en el Asombro” define esta capacidad de asombro en relación con un deseo innato para el conocimiento, donde explica que “los niños pequeños se asombran porque no dan el mundo por supuesto, sino que lo ven como un regalo.

Así pueden por ejemplo entusiasmarse con la estructura de un botón o con los andares de una hormiga. La observación de dichos “regalos” que les brinda el mundo va a producir que quieran pasar a ser sujetos activos en un momento dado y comiencen a elaborar sus propios experimentos. Estos comienzan por armar y desarmar, por lanzar y traer, por introducir y sacar…

Son los intereses teóricos y prácticos del niño, los que lo llevan a resolver las cuestiones existenciales que giran en torno a la vida mediante la observación, los actos motores y la fantasía. Estos experimentos que parecen ingenuos y fútiles tienen un grandísimo valor para ellos y su constitución como sujetos ya que, podríamos decir, que la gran mayoría giran en torno a cuestiones como: El origen (¿de dónde venimos?, ¿de dónde vienen los niños?, ¿cómo se hacen los niños? y por ¿dónde nacen?); El Ser (¿Quién soy yo?, ¿soy chico o chica?, ¿qué cosas me gustan?, ¿qué actividades se me dan bien?); La muerte (¿Dónde van las hormigas cuando mueren?, ¿por qué los abuelos están viejitos?, ¿que hay en el cielo?). Hace falta una curiosidad, un imaginario que pueda dar cuerda a la fantasía y un cuerpo donde se asiente la satisfacción del saber.

Freud escribió un texto inédito en 1908 llamado “La curiosidad sexual infantil” en el que investiga la curiosidad infantil como un modo de interpretar el mundo partiendo de un cuerpo en particular. En la época, estas ideas crearon un fuerte impacto, pero hoy se nos haría muy difícil pensar en los niños sin tener estas fantasías en cuenta: ideas como que los niños son tragados, que los bebes salen por el culo, que todos los niños tienen pene.

Nos advierte que estas teorías hay que tomarlas desde una generalización donde la presión pedagógica ejercida y la intensidad pulsional de cada niño y niña generarán las variaciones. Aún así, Freud sostiene estar “convencido de que ningún niño – al menos ninguno con plenas dotes de sensibilidad o intelecto – puede dejar de ocuparse de los problemas sexuales en los años anteriores a la pubertad” (Freud, 1908, pp. 188).

Catherine L´Écuyer dice que “La capacidad que tienen los niños para pensar cosas imposibles es maravillosa” y por lo tanto generadores de grandes teorías”. Las contingencias de la vida, la relación entre un vientre que va creciendo y la llegada de un hermanito, por ejemplo, precipitan la investigación sobre sus propios afectos y pulsiones. Algunos padres cuentan entusiasmados que su hijo tiene muchas ganas de que nazca el hermanito porque no deja de preguntar cuándo nacerá, y en realidad es un modo del niño de prever y anticipar la temida llegada de su “amado rival”. La hostilidad generada por tener que compartir a los padres, por ejemplo, puede empujar a desear que “la cigüeña se los lleve de vuelta” (Freud, 1908, pp. 190).

El contacto con los animales, los cuales no esconden su sexualidad ni tampoco sus impulsos agresivos, hacen que algunas teorías vayan cayendo y se vayan formando otras más elaboradas.

Preguntarán a sus padres, pero ninguna de las respuestas dadas, por suerte, logrará taponar su deseo de saber. Así que, continuará su investigación creando nuevas teorías: la cigüeña los trae, otros vienen del cielo… Aquí me parece importante señalar la importancia de poder responder a los hijos de un modo donde siempre quede abierta una pregunta (¿Y tú que piensas?), que apunte a la creación de nuevas fantasías como un modo de poder continuar con ese “trabajo” psíquico y que no quede paralizado por la aplastante realidad. También porque en un momento dado, comenzarán a desconfiar de los adultos, en un primer momento como que son estos los que les esconden algo y así comprenden que ellos mismos también pueden ser portadores de secretos.
El niño detecta que el otro miente o no dice toda la verdad, y la mentira surge como la posibilidad de esconderse y de tener así su propia intimidad.

Desde PSYQUIA queremos animar a que podamos dejar que los niños curioseen, que se les fomente, que se les deje aburrirse, que se les pregunte y escuche en sus propias teorías que muchas veces hablan por sí solas.

Verónica Corsini


Referencias bibliográficas

  • Freud, S (1908). Sobre las teorías sexuales infantiles. En Obras Completas ( Vol IX, pp. 183-201). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • Catherine L´Écuyer (2013). Educar en el asombro. Plataforma Actual.