EN UN MUNDO DE ALGORITMOS Y TECNOLOGÍA, ¿EL PSICOANÁLISIS NO ESTÁ DE MODA?

El otro día me tocó salir de “la parroquia psicoanalítica”: tuve que dar una clase en una formación universitaria de un Máster. Estos encuentros para mí son siempre estimulantes, poder compartir nuestra forma de escucha y acercarnos a otras formas de atender el sufrimiento humano, pero de ese encuentro me quedé pensando en algunos malentendidos y prejuicios que se arrastran y se sostienen sobre el trabajo terapéutico desde una escucha psicoanalítica.

Me comentaron cosas de este orden:

¿Pero el psicoanálisis no ha pasado de moda? ¿No es algo del siglo pasado?

¿De qué sirve escuchar y remover las cosas y eso, es larguísimo, son años para mejorar?

Otro me decía: pensaba que eso era solo en las películas.

Es cierto, el psicoanálisis no es popular, no está de moda en este mundo capitalista, esta época donde nos venden la falsa ilusión de completud y perfección. Tomando una frase de Jorge Alemán, el psicoanálisis nos trae malas noticias y cito un párrafo que nos puede acercar a este quiebre con la armonía y perfección:

Lo específicamente psicoanalítico es que al nacer ese viviente sexuado que es el ser humano resulta apresado por una red discursiva que “ya estaba ahí” esperándolo; red discursiva cuyo soporte material es la lengua. De ese encuentro traumático entre lo que podría llamarse la carne y el verbo queda la huella de un sufrimiento originario. Pues allí donde podría suponerse un destino armónico, basado en la reciprocidad del intercambio sexual entre machos y hembras, es decir, una vida sexual en concordancia con las raíces animales de los humanos, se instala en cambio un malestar irreductible. Alemán y Larriera (2007,p.10) 

Y de ese malestar irreductible no queremos saber. Hoy en día donde la nueva razón del mundo es el capitalismo, la forclusión impera en la estructura social, borrando cualquier punto de capiton, instauramos un mundo sin límites, sin responsabilidades, donde la verdad ha dejado de funcionar. El psicoanálisis no puede estar de moda porque perturba las ideas generalizadas de esta época, marcadas por centenares de libros de autoayuda, protocolos estandarizados, manuales que muestran una lista determinada de lo que nos ocurre, orientaciones de coach o cursos y libros que nos dicen cómo controlar nuestra conducta ,“el deber y lo bueno”. Se venden millones de libros “guía para ser buen padre», «guías para ser feliz”, millones de libros que estandariza “un para TODOS iguales”. Estos enfoques, (que no estoy en contra, que seguro muestran aspectos interesantes), dejan por fuera de su teoría, o no toman en cuenta, que el ser humano, al entrar al lenguaje pierde lo natural, pierde lo más instintivo de la especie animal, somos seres que debemos hacer con ese malestar irreductible que nos constituye, perdemos los instintos para hacer el mundo con nuestras pulsiones, deseos y goces.

La frontera que impone el lenguaje, perspectiva radical que se enfrenta con lo natural, introduce una gran desarmonía. Hay un hiato entre lo natural y los seres humanos, perturbados por el lenguaje. Y esta concepción al introducirla en nuestra escucha, con nuestros pacientes, marca una diferencia radical con las terapéuticas más apegadas a los discursos de la época, que pretenden que todo encaje, que sea una estandarización de protocolos y de formas de hacer con el sufrimiento humano, igual para todo ser hablante, por eso el psicoanálisis nos trae malas noticias y choca con el discurso imperante de la época.

El psicoanálisis sí requiere un tiempo, pero no es un tiempo cronológico, es un tiempo psíquico, que requiere de momentos lógicos de ver lo que ocurre, un tiempo para ver, un tiempo para elaborar eso que se ha podido captar y un tiempo para concluir. La escucha psicoanalítica es una forma de acercarnos al sufrimiento humano que ocasiona efectos terapéuticos rápidos, no tenemos que esperar años para notar estos efectos en nuestras vidas, pero lo que sí es cierto es que no vendemos recetas mágicas, ni soluciones estándares.

Lo que sí es una diferencia con otras terapéuticas es que el sujeto que viene a vernos no es un ente pasivo que va recibir consejos y recetas. El paciente viene a hablar libremente y esto permite empezar un trabajo para hacerse más consciente de su posicionamiento en el mundo y su malestar, no estamos para decirles cuál es su bien o qué debe hacer. Es un trabajo particular e intransferible que cada sujeto que inicia un trabajo terapéutico desde una escucha psicoanalítica es invitado a despertar ante eso que se le repite una y otra vez, porque El ser humano está regido por un más allá de “las buenas razones” que lo empuja a repeticiones compulsivas, a goces destructivos, a elecciones fallidas y, de eso que no anda, eso que nos hace obstáculo una y otra vez, es allí donde un profesional de la salud mental, orientado con una escucha psicoanalítica, puede escuchar ese más allá, esa singularidad de cada ser humano que viene a pedir ayuda.

Para el psicoanálisis la concepción de la lengua ha quedado profundamente alterada tras la aceptación del inconsciente. Es ahora una lengua infiltrada por el goce y el deseo. Ha dejado de ser solo un instrumento de comunicación al servicio de los hablantes, para ser fuente de malentendidos, de excesos: cuando se dice más de lo que se quiere decir, o sentimos que decimos menos, cuando nos encontramos con lo más íntimo imposible de decir. Una lengua que sobra, una lengua que no alcanza, una lengua que nos enfrenta a una falta constitutiva que todo ser hablante, sexuado y mortal debe hacer con ella para posicionarse en el mundo.

El inconsciente puede ser considerado como el alto precio que paga el hombre por hablar.

La primera distinción teórica que marca una brecha y una posición totalmente radical, con otras terapéuticas del área de la psicología, es la posición de escucha, su singularidad, el caso del uno por uno. Abordar la subjetividad del paciente, su sufrimiento, malestar, la relación actual de su historia y el momento actual con lo que le hace sufrir, en la medida de cómo ese sujeto en particular hace con su deseo, su inconsciente para posicionarse en el mundo.

EL psicoanálisis resiste en entrar en la vorágine del todo vale, del capitalismo y nos pone el acento justo en lo que nos cuesta más, marcar límites, pensar en nuestra responsabilidad como seres hablantes, ser mas conscientes y advertidos de eso: el inconsciente que muchas veces no queremos saber.

Sin embargo, creo que es importante recordar una frase de Lacan en 1953 en su discurso de Roma: “mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” nos hablaba a nosotros los psicoanalistas”

El psicoanálisis no está para decir sí o no a la subjetividad de la época pero sí debe estar advertido, unirse, dice Lacan. No podemos como psicoanalistas aislarnos en nuestras consultas sin estar atentas/os a la sociedad que impera y poder hacer con ella una escucha que siga marcada por ese más allá.

No podemos pretender hoy reproducir un psicoanálisis como el que creó Freud en la época victoriana, pero sí podemos hacer con lo que de esta teoría de la constitución del sujeto persiste hoy.

Desde Psyquia pretendemos mantenernos advertidas de la subjetividad de la época y brindar una escucha marcada por el caso a caso, respetando la particularidad y subjetividad de la persona que pide consulta.

 

Marjorie Gutiérrez Fontaines

Referencia bibliográfica:

Lacan (1988): Función y campo de la palabra y el lenguaje en: escritos 1, siglo veintiuno Editores.

Alemán, J y Larriera S (2007): El Inconsciente: existencia y diferencia sexual. Madrid: Editorial Síntesis.