ENVIDERE
La palabra envidia proviene del latín invidere, compuesta de “in” (poner sobre, ir hacia) y “videre” (mirar), significa entonces “poner la mirada sobre algo”.
¿Qué pasa allí que no podemos dejar de mirar y de especular con tanta intensidad?
J. Lacan decía que la envidia no se trata de codiciar el objeto que el otro tiene o que el otro es, sino que la envidia se dirige al goce que le suponemos al otro por tener ese objeto y no a lo que sabemos racionalmente.
En la clínica nos encontramos con diversas expresiones cuando la envidia se desata, como los ataques de ira, disrupciones violentas, humillaciones … pero también en aislamientos, autolesiones y otras inhibiciones del comportamiento como medida extrema de mantener la envidia controlada. Desafortunadamente, todo por no poder ver, como suponemos que el otro disfruta de aquello que uno no puede.
En ocasiones se ha transmitido la envidia como “una manera de ser importante para el otro, o de que el otro me quiera”.
Una joven preadolescente se siente en guerra con su abuela y tía materna por los lamentos de una madre, que supone, lo que se aman sin ella. De esta manera, esta joven, cual fiel soldado, ataca con su mejor artillería adentrándose en un sufrimiento y desasosiego cada vez más profundos; otro paciente ha vivido que se le hacía competir con su hermano por el amor de sus padres y, ante cualquier intento de satisfacerles, éstos le transmitían que su hermano ya lo había hecho. La violencia fraternal estaba servida.
¿Cómo salir de estas batallas que no son de uno mismo?
Otras veces nos encontramos con padres que se descubren no soportar la manera en la que sus hijos disfrutan, por muy sana que sea, y les torpedean sin parar, comenzando así una espiral de ataque – acto desmedido para calmar la culpa de gran intensidad donde todos quedan muy devastados.
O un papá que siempre se ha esforzado por mantener su envidia controlada, especialmente en la adolescencia de su hijo, mediante retracción social y autolesiones, por temor a agredir a su hijo y padecer depresión, como si no hubiera escapatoria.
En la actualidad se intensifica la sintomatología relacionada con la envidia promovida por imágenes de disfrute y goce en las redes sociales, por las prácticas laborales de competición bajo los mandatos del mercado o por cómo, siempre, ha formado parte de la geopolítica que tantos horrores hace padecer.
La envidia es constitutiva del desarrollo del psiquismo humano y debe encauzarse a procesos de integración y unificación de nuestra personalidad. Sin embargo, cuando se encalla es muy complejo paliar todos estos sufrimientos
Desde Psyquia ofrecemos un espacio para dejar los entramados bélicos y reorganizar, desde la calma y el sosiego, vínculos que fortalezcan la autoestima, que permitan aventurarse en otras maneras de querer y ser querido de forma más sana y en el que el propio deseo pueda desplegarse con ilusión.
Sabemos que no es fácil, pero merece la pena.
Mª del Valle Vega