ESTOY EN CRISIS

La palabra crisis se ha convertido en un significante social que se articula en relación a una gran variedad de términos que aportan distintos significados: crisis sanitaria, crisis de pareja, crisis personal, crisis económica, crisis climática… entre otros.

Según la RAE, hace referencia a una “situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso” y a una “situación difícil de una persona o una cosa”. La cuestión parece estar bastante clara en cuanto a lo negativo del término para el sujeto. Pero ¿qué ocurre cuando ese proceso que se ha puesto en peligro, necesitaba ser interrumpido para poder virar en otra dirección?

En terapia por lo general recibimos a personas en situación de crisis, la mayoría de ellos y ellas con alguna crisis personal o de pareja donde el cuerpo tiene alguna implicación: “sufro crisis de ansiedad”, “el otro día tuve una crisis de angustia”, “cuando me tocan el tema, entro en crisis”, “estamos en crisis”…

Los psicoanalistas tenemos una doble función en la escucha de esta serie de confesiones. Por un lado escuchamos el sufrimiento del paciente y en relación a qué aspectos de su vida, dichas crisis hacen referencia. Pero también sabemos que la angustia tiene un principio y un final y eso es lo que no es engañoso, ya que nos marca el camino para preguntarnos qué del sujeto se pone en juego aquí y está aullando por un cambio.

Sí, nosotros entendemos que únicamente mediante una crisis se puede dar un verdadero cambio del sujeto. Solemos estar acomodados en una realidad envuelta de nuestra propia ficción en la que tratamos de encontrarnos en un cierto equilibrio personal y relacional. La cuestión es que ese equilibrio se suele ver trastocado por la vida misma donde más que encuentros con la realidad lo que se dan son encuentros con un “real” imposible de acoger por nuestra imaginación ni por nuestras palabras: Un pavimento que se hunde en un terremoto frente a nosotros; Un espejo que se rompe y donde quedamos desdibujados; Un virus que pone en entredicho todo un sistema socio-económico… Algo aparece donde antes había otra cosa y rompe con nuestra estabilidad y nuestro mundo simbólico e imaginario con el que construimos el mundo.

Algo tiene que hacer el sujeto frente a esto. No puede quedarse de brazos cruzados para siempre: tiene que rearmar una serie de ficción de nuevo. Como se suele decir, «las crisis se superan», pero no de cualquier manera. Debemos dar tiempo. Tiempo a la ansiedad, tiempo a la incertidumbre, tiempo al encuentro con ese agujero que nos habita, tiempo a las palabras, tiempo a la elaboración… tiempo.

Pero ¿para qué?, ¿pudiendo hacer algo rápidamente? Pues para no repetir y volver a lo mismo. Para poder crear algo nuevo y no volver a acomodarnos en una realidad conocida para nosotros, donde con el tiempo volvamos a tropezar con la misma piedra una y otra vez sin poder salir de ahí al igual que Sísifo.

Por eso en PSYQUIA trabajamos con cada uno de los pacientes de un modo particular, sin grandilocuencias ni consejos de sabios. Escuchando y dando tiempo de poner en palabras y elaborar. Porque sabemos de lo singular de cada crisis, de lo que hay de verdadero en esa angustia que se pone en juego en el cuerpo y de que la única manera de salir exitoso de ella es desde lo más genuino de cada uno. Para eso, tenemos que aprender a escucharlo.

Os invitamos a que podáis acudir a consulta en alguna situación de crisis y así tener una nueva oportunidad de cambio.