Los niños y el divorcio
Cuando una pareja con hijos se plantea la separación, muchas son las dudas que surgen frente a los hijos: ¿sufrirá mucho?, ¿se dará cuenta de que papá y mamá están mal?, ¿cuál es la mejor forma de explicárselo para que no sufra?
A menudo, acuden a nuestra consulta padres que solicitan ayuda para sus hijos, padres que pueden estar separados o divorciados.
En todo tratamiento de niños es imprescindible escuchar a los padres, y cuando están separados muchas veces es complicado que puedan juntarse para ello. La situación que todo psicoterapeuta de niños desea sería que los padres, separados o no, puedan acudir a consulta para poder hablar sobre aquello que les preocupa de su hijo y acercarnos a su historia para poder entender qué le sucede a este niño.
Si nos encontramos frente a una separación tranquila, bien llevada por ambas partes, donde han podido valorar desde el principio qué era lo mejor para su hijo, seguramente no haya problema en que puedan encontrarse de nuevo por el bien del niño. Sin embargo, es habitual que esta situación no pueda darse. Si la separación no ha sido fácil, ha sido conflictiva o muy dolorosa, la carga emocional que todo este proceso ha generado impide que puedan dialogar y llegar a acuerdos razonables, y no sólo con los hijos.
En última instancia, un divorcio, por muy problemático que sea, viene a poner una solución, tanto a la relación conyugal como al hijo de ambos. Pero esta función de la separación puede perderse de vista y frente a la confusión los adultos pueden reaccionar queriendo proteger al hijo por encima de todo apartándolo de la conflictiva, sin darse cuenta que una separación puede ser precisamente para eso.
Así, podemos encontramos una pregunta de fondo, ¿se lo decimos o no se lo decimos?
Generalmente nos encontramos con respuestas opuestas. Hay padres que desde el principio explican TODO a los hijos mientras otros actúan como si no pasase nada delante del niño. ¿Cuál es la respuesta más correcta? Pues quizás ninguna de las dos, ni decir todo, ni no decir nada. Pero desde luego, algo hay que explicar al niño. Es importante que el niño esté al corriente de que un divorcio no libra a los padres de sus compromisos con él mismo.
Como dice Françoise Dolto en su libro Cuando los padres de separan: “Si se pusiera a los niños al corriente, no vivirían en el sueño donde se intenta mantenerles, un sueño conforme a su idealización de un papá-mamá condensado, inseparable (…) Informarles puede ser muy positivo para ellos”.
Además, bien sabemos que la expresión “los niños se empapan de todo” es muy cierta. Lo niños saben de nuestras alegrías, pero también nuestros miedos, nuestras angustias, nuestras preocupaciones. Y nuestro lenguaje tiene un gran valor en este sentido, pues explicarles vendría a poner coto a eso que notan y no pueden entender. Si algo podemos decirles su angustia se frena y puede dejar de ser difusa, pudiendo enfrentarla de una manera más saludable.