La mujer y su cuerpo. Parte I
El cuerpo se nos impone cotidianamente, ya que en él y por él sentimos, deseamos, obramos, gozamos y nos expresamos.
Comenzamos preguntándonos: ¿Cómo se forma la imagen corporal? Para Freud el yo es ante todo un yo corporal, en tanto se basa en la imagen del propio cuerpo y en tanto se desarrolla a partir de ello. Desde el mito de Narciso sabemos que no hay cuerpo sin imagen y la imagen corporal es desarrollada a través de los mimos, las atenciones y el contacto físico entre el bebé y la madre, de manera que las percepciones del cuerpo van dejando huellas en el aparato psíquico. ¿Es solo el contacto físico lo que nos constituye como sujetos?
Tal y como dice la novela La Insoportable levedad del ser (Milan Kundera), todos necesitamos que alguien nos mire para poder vernos a nosotros mismos, y es apartir de esa mirada que la niña va interiorizando su imagen corporal. La importancia de la mirada la podemos apreciar en la película Los mundos de Coraline (Henry Selick), en la que la niña (en este caso) atraviesa lo que se conoce como el “estadio del espejo” formulado por Lacan. En este estadio la madre funciona como espejo, reconociéndose a la vez en la niña y prestándole su cuerpo para que ella pueda igualmente reconocerse a través de la madre, funcionando como un doble espejo y constituyéndose una imagen que otorga unidad al bebé. De hecho, se dice en el saber popular que los ojos son el espejo del alma, y teniendoen cuenta la captura de la mirada que todo cuerpo produce, podemos pensar que lo que le interesa al que mira es descubrir en el otro lo que no puede verse, en la búsqueda de un saber sobre uno mismo y sobre el otro.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la mirada se encuentra y funciona dentro del campo del lenguaje, y es a través de las palabras como se le da un sentido a esa imagen que le devuelve el espejo. «Esa es la nena», suele decirle el adulto, y la niña ríe contenta del reconocimiento que le da el otro.
Entonces, el cuerpo se va creando en ese estado de encuentro con la presencia de un cuerpo que le toca, le habla y es su espejo.Podemos proponer q estas primeras huellas irán conformando la representación mental del cuerpo y el cuerpo erógeno de la mujer, así comotambién, a través de la mirada, el lenguaje y la piel, se va conformando lo que será luego su identidad.
Dicho esto, ¿Será crucial la relación madre-hija en la relación de la mujer con su propio cuerpo?Podemos pensar que la manera en que una madre vive su propia feminidad y la de su hija, son importantes en la representación que ésta tiene de su cuerpo y sus funciones, pues el acuerdo de la mujer con su feminidad llega después de un recorrido que comienza en la infancia,donde todas tuvimos un modelo a imitar o a rechazar: nuestra madre. A partir de ella, y de las influencias culturales del entorno, organizamos una imagen con la que nos comparamos, pues la madre guarda el secreto de lo que es “ser una mujer”, así la niña intenta llegar a serlo a través de ese modelo. Después, la adolescente buscará modelos fuera de la cultura familiar para poderse re-identificar. Este proceso doloroso, culposo y atractivo a la vez se observa en la música, ropa, hábitos, manifestaciones que pueden llegar a ser, en algunos casos, una obsesión. La dependencia de la imagen se anima de la esperanza de encontrar el auténtico traje que aportaría un plus de consistencia a la inacabada identidad. Nos preguntamos ¿Cuál es lainfluencia de la sociedad de hoy en la forma de vivir el cuerpo femenino?
Continuaremos pensando sobre ello en el segundo capítulo…