Halloween: Jugando con la muerte
En España, a pesar de ir ganando adeptos año tras año, no es tradición celebrar Halloween. Más allá de la diversión que los disfraces y el conocido “truco o trato” nos ofrecen, ¿para qué nos sirven estas tradiciones?
Adriana Rubinstein en su artículo “Morir, según Freud” nos dice: Freud marca el contraste entre «la actitud cultural-convencional hacia la muerte» que implica el reconocimiento de que vamos a morir, como algo natural e inevitable, y el comportamiento que se expresa como «la inequívoca tendencia a hacer a un lado la muerte, a eliminarla de la vida». Hay entonces frente a la muerte, distintos modos de saber. Se sabe de la muerte, pero al mismo tiempo se la desconoce.
En este sentido podemos pensar que en Halloween jugamos con la muerte como una forma de controlar aquello que nos asusta. Nos metemos en el traje del muerto que nos aterroriza, para así encarnándolo, tener la posibilidad de controlarlo.
Jugando a los “muertos vivientes” reconocemos la muerte como posibilidad y al mismo tiempo la negamos creyendo tener el control sobre ella. Pasamos de sentirnos vulnerables frente a aquello que desconocemos, a tomar un rol activo que nos permite soportar la angustia de saber que algún día moriremos.
Las bromas, las risas, los disfraces, son una manera de defendernos de lo real de la muerte haciéndolo así soportable. En este sentido podríamos decir que la cultura ayuda a convertir en fiesta aquello que nos asusta como una forma de poderlo representar, de elaborar.
Disfrazándonos, vestidos de muertos y asustando al otro es la manera que tenemos de “sacarnos el susto de encima”, desprendiéndonos de él, convirtiéndolo en broma para hacerlo soportable.
En nuestra cultura más tradicional, celebramos el día de los difuntos, dónde lo que se busca es el reencuentro con el muerto. Les rendimos homenaje y les hacemos una visita o les ponemos un altar. En este sentido la fiesta toma un tinte más de reparación que de negación.
Estos ritos culturales, son en definitiva, dos formas que tiene el ser humano de poder pensar, eso que se le hace tan poco representable de la muerte, aquello que asusta, que sabe pero desconoce, y que da miedo.