El aburrimiento
Mi alma, dice Kierkegaard,se parece al Mar Muerto, cuyas aguas ningún pájaro puede sobrevolar. El aburrimiento es la desgracia en calma. El mar de aceite. Lo contrario del alborozo de la partida y de los impetuosos vientos matinales. Aunque después lo contemplemos como algo pasajero, nos parece eterno mientras nos oprime. Envilece todo cuanto toca, porque su función es despreciar y desvalorizar, como la del amor es la predilección preferente. Es el más terrible disolvente para los valores, los ataca y los descompone en silencio, como un ácido velado; nos va quitando el apetito por donde pasa, las cualidades se quedan desvaídas y se vuelven anodinas, insípidas e inodoras… pero, sobre todo, incoloras”.
El aburrimiento sobreviene en cualquier momento o donde menos lo esperábamos: un espectáculo, un viaje, una actividad… tampoco hay una edad propicia para el aburrimiento pues lo pueden sentir niños, adolescentes, adultos y ancianos.
El aburrimiento suele considerarse como algo trivial y pasajero, que puede ser aliviado por un cambio simple de las circunstancias, sin embargo, cuando alguien se siente vacío y nada le gusta, es decir, cuando la indiferencia, la inapetencia, la irrelevancia absoluta se apodera de él, cabe preguntarse ¿qué hay detrás de ese aburrimiento?
Quizá podemos pensar que la ausencia de deseo es la señal de alarma, pues no hay nada interesante per se, todo lo interesante lo es si previamente la persona lo ha colmado de pasión. Esto es importante, si tenemos en cuenta que el ser humano lo hace todo movido por el deseo. Lo que estudiamos, lo que pensamos, nuestra relación con la realidad, con las personas…, todo es expresión de lo que deseamos. ¿Tendría, entonces, el aburrimiento una dimensión destructiva, como si fuera un ataque a la vida?
En la sociedad actual estamos muy pendientes de la imagen externa: el cuerpo, la ropa, la moda, las reglas de urbanidad, etc. Así, actualmente nos encontramos con cierta pobreza mental para enfrentar al mundo, con una dificultad para generar fantasías, pensamientos…, a partir de lo cual se origina la impaciencia y la decepción. Ahora bien, ¿el aburrimiento es un mal de época? o ¿será el aburrimiento algo esencial del ser humano?,¿habrá que leer el aburrimiento dentro de un contexto subjetivo de valores e ideales?
También se puede sentir vacío porque la voracidad del sujeto destruye todo lo que se le ofrece, nunca le es suficiente, buscando algo que se percibe como inabarcable, de manera que se pierde fuerza para alcanzarlo. Desde su desesperanza no hay entusiasmo. Esto nos lleva a preguntarnos si el aburrimiento puede ser una manifestación de la tristeza vital que aparece en algunos estados depresivos.
A veces puede aparecer en algunos adolescentes la idea mágica de que si no hacen nada, no eligen nada, el tiempo no va a pasar y no van a tener que enfrentarse con la realidad que decepciona, percibiendo un mundo externo carente de interés, debido también a que en nuestra cultura hay una idealización problemática de la velocidad. Los chicos tienen que crecer pronto, tener vida sexual pronto, llegar a la vida adulta pronto, etc., y el aburrimiento también se produce cuando un sujeto ya no puede sorprenderse. Incluso, podemos pensar que es la incertidumbre la que sostiene la relación con el otro, pues el saber “todo” del otro no produce sino hastío, cansancio. Es el caso de las parejas aburridas en las que el otro es tan predecible que se sabe todo lo que dirá, todo lo que hará, todo lo que aceptará, todo lo que rechazará,cuando no hay sorpresas, no hay asombro, sólo queda una insoportable rutina, es entonces cuando aparece ese «deseo de Otra cosa”.
Otro aspecto del aburrimiento nos lo encontramos cuando caemos en la repetición significante de un funcionamiento que nos causa dolor y sufrimiento, y pareciera que uno cae siempre en lo mismo.
La consecuencia de todo esto es que estas personas suelen ser vulnerables a adherirse a un funcionamiento hiperactivo, al consumo de drogas, conductas disruptivas, etc.Sin embargo, un aspecto positivo es que también el aburrimiento puede anteceder a la quietud e introspección de manera que posibilite una salida por la vía de la creación.