BE REAL

“Lo que el otro no te cuenta, BeReal te lo destapa”.

Esta frase escuchada a una adolescente fue la que me hizo descubrir esta aplicación que desconocía por completo. BeReal es una aplicación francesa lanzada en 2020, que ganó popularidad en 2022. Nace como una apuesta por la naturalidad y la eliminación de filtros. Consiste en que una vez que te haces usuario, todos los días a una hora diferente salta una notificación en tu teléfono móvil que te avisa de que tienes dos minutos para publicar una foto de lo que estás haciendo en ese momento y enviarla a BeReal para que otros la vean. Se publican dos fotos: lo que se enfoca por la cámara delantera y lo que se enfoca por la cámara trasera y, además, manda tu ubicación. La norma de la aplicación es que si tú no publicas tu foto, no podrás ver las de los demás.

Comentando en Psyquia este hallazgo, una compañera que ya conocía su existencia, nos relataba como algunos pacientes se angustiaban frente a la llegada de esta notificación porque querían preparar la escena. No fuera que salieran de cualquier forma o desvelaran algo que no querían que fuera visto. Pero sí o sí, había que publicar la foto porque lo que no podía pasar de ninguna manera, era perderse las fotos de los demás. Otra compañera muy oportuna dice entonces a modo shakespeariano: “¿Be real o be unreal?”

Y en este ser real nos quedamos pensando. ¿Ser real entonces es ser real para el otro? Sabemos que efectivamente para que se construya el psiquismo es necesario un otro que nos inscriba en el registro de la vida. Para que un bebé sea sujeto tiene que recibirle alguien que le dé un lugar como tal. Hemos hablado en este blog en numerosas ocasiones de este tema. Ahora bien, la pregunta que nos hacemos es: ¿ese otro que nos tiene que devolver una imagen de nosotros mismos para confirmarnos nuestra existencia no se está alargando mucho en el tiempo?

Nuestros jóvenes (y los no tan jóvenes) tienen que ver y ser vistos constantemente. Buscan ser reconocidos, lo cual no es ninguna novedad. Pero lo que sí lo es, es que esa búsqueda se hace a través de algo tan superficial como la imagen. Y nos referimos a superficial de superficie, de poca profundidad.

Como eternos bebés buscan la mirada del otro, los likes de los otros. Pero bebés sin texto, como los reels de Instagram. Desde una posición infantil se mantiene la creencia de que el único objetivo es enseñar una imagen bonita. Un bebé mono y sonriente para que el otro se enamore y le exima de tener cualquier responsabilidad en la vida. Porque si el otro me mira, yo ya soy, no hace falta nada más. Pero entonces uno queda en la inmensa fragilidad de ese bebé, en una dependencia inexorable de la mirada del otro. Porque si por el contrario el otro no me mira, entonces yo no soy, no existo.

El verdadero be real supone entonces un giro de cámara. Enfocarse a sí mismo, pero de una manera profunda y no como Narciso en el río. Con palabras, con preguntas, con texto, con mucho texto. Con experiencias personales, con aprendizajes vividos y con desengaños sufridos. Porque si lo real de uno es prestado por el otro, la esencia individual queda sin construir. Los recursos psíquicos de estos adolescentes serán entonces pobres e insuficientes para una vida adulta y la vulnerabilidad será la reina del País de Nunca Jamás.

Pero no dejemos solos a estos adolescentes en su construcción, ¿cuál es el papel de los padres en esta era de la imagen? Quizá, dejar de prolongarse como funcionarios del registro y ayudarles a inscribirse por sí mismos en la vida. Educar en el esfuerzo y la transmisión de valores son conceptos manidos hoy en día pero que no carecen de importancia. Enseñadles a cocinar la vida como un marmitako a fuego lento. Todo buen cocinero sabe que ese es el verdadero secreto.

En Psyquia cocinamos así. Con paciencia y con escucha para que cada paciente disfrute del proceso del encuentro con su subjetividad, con su be real propio.

Maite Echegaray García