Escuchando a los padres
Cuando una persona solicita ayuda psicológica se presta en un primer momento a un proceso de evaluación para que el psicoterapeuta valore aquello por lo que consulta. Se realiza tanto en niños y adolescentes como en adultos. Pero hay un elemento que les diferencia: la presencia de los padres cuando se trata de niños y adolescentes.
¿Por qué es tan importante incluir a los padres en los procesos de evaluación psicológica de sus hijos?
Imaginemos…
“Suena el teléfono de la consulta. Al otro lado de la línea se presenta una mamá. Le ha dado nuestro teléfono el orientador del colegio, con la recomendación de acudir a un profesional para que ayude a su hijo, pues últimamente está muy disperso. Algo le pasa.
Seguidamente le damos una cita para que vengan tanto ella como el padre, sin el hijo, y nos cuenten.
A continuación insiste en que ellos prefieren que veamos primero a su hijo pues lleva tiempo mal y necesitan saber qué le pasa cuanto antes para ayudarle”.
Esta viñeta ficticia no lo es tanto, recoge el pedido de muchos padres y madres cuando consultan por un hijo.
Cuando los padres de niños y adolescentes llegan a la consulta traen consigo muchas preocupaciones acerca de qué es lo que le sucede a su hijo. Y a estas preocupaciones les acompaña cierta urgencia, la necesidad de que rápidamente valoremos a ese hijo o hija que les tiene preocupados. Pero este encuentro ha de esperar. Es importante recibir en primer lugar a los padres. Hay importantes razones que lo justifican.
En primer lugar, es importante decir, que a ningún padre le resulta fácil aceptar y asumir que su hijo necesita ayuda. A todos nos gustaría decir que nuestro hijo está sano, no le pasa nada, ni física ni psíquicamente.
Además, generalmente parece que cuesta menos llevarles a otro tipo de profesionales. Cuando unos padres llaman al psicólogo, aunque no en todos los casos, han pensado mucho sobre lo que le puede estar sucediendo a su hijo, han consultado con amigos, maestros y familiares, además de intentar solucionarlo de diversas formas. Es habitual que pase un largo periodo de tiempo desde la detección del problema hasta que se animan a acudir a un psicoterapeuta. En cambio no cuesta tanto ir a otras consultas. Es más fácil ir al oftalmólogo porque no ve bien, al dentista porque se le ha picado una muela o al fisioterapeuta porque se ha hecho daño en la espalda, que al psicólogo porque “no sabemos qué le pasa”. Precisamente ese no saber es el que inquieta a muchos padres. Quieren saber cuanto antes para poner solución de inmediato y ayudar a sus hijos.
Por todo ello, entendemos la dificultad para tolerar esa espera. Pero es una espera necesaria.
Las primeras entrevistas con los padres son necesarias e imprescindibles para poder entender la problemática del niño por el que consultan.
El proceso de evaluación diagnóstica no tiene siempre la misma duración. En función de cada caso, el psicoterapeuta necesitará más o menos sesiones. Pero sean las que sean, desde Psyquia entendemos que han de ser las suficientes para que nos acerquemos a:
¿quién es este niño? y ¿cuál es su historia?, ¿ qué le pasa?, ¿ por qué le pasa?, ¿cómo le pasa?
Y en caso de que necesite ayuda, ¿qué tipo de ayuda necesita? ¿psicológica, psiquiátrica, psicopedagógica, logopedia…?
Y para poder responder a estas preguntas se necesita hablar con los padres, preferiblemente, en primer lugar. Ellos nos darán información muy valiosa y completa acerca de todas ellas.
El niño es lo que es dentro de su historia. Su historia nos ayuda a entenderle en su singularidad y complejidad. El niño sabe de su historia, pero nos la contará en un momento posterior. A través de sus palabras, su juego, sus historias, sus dibujos, su expresión corporal completará y/o refutará (o no) de manera formidable lo dicho por sus padres.