¿TE AFECTAN LOS MANDATOS DE GÉNERO?
No se nace mujer, se llega a serlo.
Simone de Beauvoir
En la construcción de la identidad de género intervienen procesos y mecanismos por los que determinadas características psicológicas y culturales son asignadas socialmente a las personas en función de su sexo.
Estos mecanismos son los valores, las creencias y los estereotipos de género relativos a lo que se espera de un niño o una niña, construyendo así los conceptos de masculinidad y feminidad y teniendo que elegir entre la dualidad masculino femenino.
Por tanto, los estereotipos de género son las creencias y atribuciones sobre cómo debe ser y cómo debe comportarse cada género. Reflejan prejuicios, clichés e ideas preconcebidas que simplifican y distorsionan la realidad, a la vez que perpetúan un orden social simbólico jerarquizado y discriminatorio. Los estereotipos generan esa dualidad que trata a los sexos como diametralmente opuestos y no con características parecidas. Así, logran convertirse en un hecho social tan fuerte e interiorizado que llega a creerse que es algo natural.
Actualmente, ninguna persona vive en total correspondencia con los estereotipos tradicionales, ya que se han producido cambios profundos en las identidades y en la vida cotidiana de las personas, flexibilizando los roles y permitiendo una mayor integración de lo masculino y lo femenino aunque quede mucho camino por recorrer. Pero los modelos actuales de masculinidad y feminidad sólo pueden entenderse desde su puesta en relación con el modelo tradicional.
Y, a día de hoy, tanto los hombres como las mujeres nos estamos encontrando con conflictos personales en cuanto a nuestra identidad de género debido a los cambios y a las necesidades socioeconómicas de la actualidad. Damos por hecho, que la construcción de identidad de mujeres y hombres tiene una trayectoria histórica distinta, y los rasgos que definen sus respectivas individualidades difieren sustancialmente. Ambas identidades están en una situación de dependencia, ya que toda persona necesita los aspectos de ambas para la propia supervivencia y bienestar.
Todo esto nos condiciona en las relaciones y en los vínculos que establecemos. Por eso, consideramos lo importante que es dar herramientas a los y las jóvenes para poder definir e incorporar su identidad y la sexualidad de una forma integral, ofreciendo claves para orientar esa definición cuyo horizonte sea el bienestar, la calidad, el disfrute, la seguridad, la igualdad y el respeto.
Además, poder convertir las relaciones saludables y de buen trato como algo deseable y posible, donde crecemos y todas/os ganamos. Comprender que no es algo que “haya que hacer”, como un “debería” más en esos mandatos que hacemos propios inconscientemente, sino como algo que se necesita porque todos y todas necesitamos querer y sentirnos queridas/os.
Ante esto, parece evidente la necesidad de nuevos referentes de amor deseables para chicos y chicas y poder analizar críticamente los referentes violentos que se presentan con glamour en el imaginario colectivo.
Desde un punto de vista más personal y terapéutico, consideramos fundamental y prioritario, desde la psicoterapia y el acompañamiento, identificar, reflexionar y cuestionar nuestras propias actitudes, sobre todo, tomando conciencia de ellas para poder hacernos cargo de tantos aspectos que se nos escapan.
Aspectos humanos de los que, por lo general, se huye porque no nos gustan y los rechazamos quedando apartados en lo inconsciente, como pueden ser la propia fragilidad, la vulnerabilidad, la soledad, el sentimiento de abandono, el sentirse no capaz, etc., quedando todo ello proyectado en otros/otras de manera inconsciente, idealizando o estigmatizando personas y sin poder pedir ayuda, como les suele pasar a los jóvenes.
Descubrir cómo nos podemos hacer cargo de todo ello internamente, además de buscar relaciones, actividades, grupos, apoyos, etc. que nos proporcionen bienestar, un tratarse bien y la posibilidad de crecer. En definitiva, que nos permitan ser como somos.