LA ALEGRÍA, UN ANTÍDOTO UNIVERSAL
Cada vez que ganamos terreno frente al mar
del inconsciente, cuando triunfamos encontrando
más ambientes satisfactorios para el trabajo y el
anhelo del ello, la alegría emerge.
Heisterkamp, 2001
En estos tiempos que vivimos, de pandemia de Covid desde hace ya tiempo y ahora una guerra, entre otras muchas cosas que pasan a nuestro alrededor. Además, como vemos en consulta, tiempos de lidiar con nuestras propias guerras (artículo reciente de nuestro blog: “Las propias guerras”). Tiempos de duelos, de incertidumbre, de migraciones, de pérdidas, de angustia… y un largo etcétera. Tiempos en los que quizá se necesite más conectar con la alegría de vivir, porque si no, ¿para qué?
Es escasa la literatura psicoanalítica sobre la alegría en el tratamiento psicoterapéutico. ¿Podría ser que incluso la evitemos ya sea como analistas o como pacientes?
Sandra Buechler, psicoanalista argentina, nos cuenta sobre el papel significativo que la alegría puede desempeñar en el impacto del tratamiento. Las emociones forman un sistema en los seres humanos, para entender una habría que apreciar su relación con todos los demás sentimientos humanos. Pero es importante diferenciar la alegría de la excitación, de la euforia o de otras sensaciones más generales de placer.
Freud nos aportó un ejemplo del poder de la alegría en su observación del juego “fort-da” de su nieto. La alegría del niño ante “retornos” parecía ayudarle a soportar el miedo y la ansiedad de la separación.
La alegría nos hace sentir un nuevo y mejor alineamiento entre nosotras y el resto del mundo. Sandra Buechler dice que la alegría deja huella. El placer y la excitación son momentos maravillosos ahora, pero la alegría habla de lo profundamente satisfactoria que la vida puede ser, ahora y en el futuro. Y que sentir algo de alegría es especialmente efectivo como un modo de “vacunarnos” contra el impacto negativo de la tristeza, el miedo, la ira, el arrepentimiento, la ansiedad, la vergüenza y la culpa. La alegría alimenta la resiliencia o la habilidad para recuperarse. Pero la alegría es también el resultado potencial del reconocimiento de nuevos aspectos del self. ¿Habéis tenido esta sensación durante alguna sesión?
Es como si cuando pudiéramos ‘vernos’, adentrarnos en el quiénes somos, reconocernos en lo desconocido y/o rechazado, integrar esos aspectos propios quizá olvidados, quizá negados… por miedo, juicios, dolor, principios, etc., en el fondo sentimos una liberación, ¿un sentirnos más ligeras? Y esto produce una sensación de alegría, por la estabilidad y quizá el amor que esto supone, que considero tan importante de las sesiones terapéuticas y que nos hace continuar con el reto y el camino de la conciencia y el conocimiento de una misma o uno mismo.
Dice Buechler que, “en el núcleo de su ser, lo que anhelan los humanos es disfrutar de la vida. A la larga, si la alegría está ausente, deja a las personas con un sentimiento vago e indeterminado de que están perdiendo lo que la vida tiene para ofrecerles”. La alegría dice “veo las razones para sentir tristeza, vergüenza, o rabia, pero puedo todavía trascenderlas”. Esta capacidad de seguir adelante a pesar del dolor de la vida es lo que hace de la alegría un “antídoto universal”.
El poder sentir amor a la vida o por así decirlo, la capacidad para la alegría, podría ser un antídoto para paliar el impacto o la perturbación de las emociones dolorosas. Una amortiguación ante la ira, la ansiedad, la tristeza, la soledad, la vergüenza, la culpa o la desilusión. ¿Quizá un antídoto para hacer todo eso de la vida, a veces tan doloroso, más tolerable?
Desde Psyquia, os animamos a indagar e investigar en el quiénes somos, qué nos pasa o cómo nos sentimos realmente, porque esto puede crear oportunidades para el miedo o la ansiedad, pero también para la alegría.
“La alegría es lo que experimentamos en el proceso de crecimiento que nos acerca a la meta de convertirnos en nosotros mismos” (Erich Fromm).
Ana del Pozo Palomo