“Tú que me miras con buenos ojos”
En esta ocasión nos gustaría pararnos a pensar en algo tan automático y tan cotidiano como es el mirar. ¿Qué se esconde detrás de la mirada? ¿Qué ven los ojos? ¿Qué papel juega la mirada en la construcción de la identidad?
No son pocas las expresiones de la vida cotidiana que recogen referencias a la mirada como parte de la identidad: “Tú que me miras con buenos ojos”, “Parece que le ha mirado un tuerto”, “Le habrán echado mal de ojo”, “Se lo comió con los ojos” “Lo dijo todo con la mirada”, “Lo sé, lo veo en sus ojos”…
¿Por qué la mirada juega un papel tan importante en lo que somos?
Cuando observamos a una madre y a su bebé podemos verlos como se observan durante horas, a veces hablando, a veces en silencio, parecieran absortos, fundidos el uno con el otro sin poder diferenciar si se miran mutuamente o si se miran a sí mismos en el reflejo que la mirada del otro les devuelve.
Los ojos hacen así como de espejo, por un lado permiten ver al otro, diferente, y a su vez permiten reconocernos a nosotros mismos como diferenciados.
Durante este mirarse se produce un proceso importante, ya que es este Otro el que nos devuelve una imagen de nosotros mismos, que hace que nos reconozcamos como diferentes, pone nombre a lo que somos y esto formará parte de nuestra identidad.
Mirar con buenos ojos no es más que dotar de valía lo que se mira promoviendo así que el que es mirado se sienta reconocido como sujeto.
En este sentido nos planteamos la gran responsabilidad que tienen los profesionales que trabajan con personas y en especial aquellos que trabajan con población infantil.
Un bebé no sabe quién es hasta que el adulto lo nombra, lo diferencia, le atribuye cosas, significantes que poco a poco se integraran en lo que él es.
La mirada que nosotros tenemos sobre un niño marcará de un modo u otro lo que este niño va a ser. Lo que unos llaman el efecto pigmalion es una buena muestra de ello. Si nosotros miramos a un niño como enfermo, como malo, como inquieto… el niño mirará al adulto y buscará en sus ojos una imagen de sí mismo con la que identificarse. No importa que sea positiva o negativa ya que por encima de todo está el SER alguien. ¿Tiene algo que ver con esto el abuso de etiquetas diagnósticas de hoy día? “soy hiperactivo” “soy desafiante” “soy bipolar” “soy TEA” etc.
Desde Servicios Psicológicos Koan hemos creado un espacio donde buscamos poder mirar al individuo como sujeto, desligarlo de las etiquetas que encapsulan la subjetividad y que borran las diferencias individuales. Buscamos poder averiguar la verdad de ese sujeto, descubrir qué lo hace diferente, quién es y que desea para que la salud se abra camino.