Deseo de Nada

Deseo de nada

Ante la conmoción que nos ha causado la triste noticia de la muerte de una chica de 18 años que sufría anorexia, queremos pararnos a pensar en esta enfermedad tan estudiada pero que sigue causando estragos.

Las generalizaciones dicen que de anorexia se enferman “las buenas chicas”, estudiantes exitosas, jóvenes con una adolescencia aparentemente tranquila, hijas preocupadas por su familia y un ser que depende de cómo el otro quiere que yo sea. El ideal es la perfección en todo.

Pero, si quieren ser tan perfectas, ¿cómo se puede llamar esta reseña deseo de nada si bien parece que lo quieren todo? Bueno, ya sabemos que todo y nada viene a ser lo mismo.

Como dice Graciela Strada en su libro El desafío de la anorexia : “(…) mujeres jóvenes, en plena pubertad que interpelan y afligen mostrando un cuerpo esquelético que contiene el germen de una muerte. Su delgadez y su radical negativa a comer no son fruto de un capricho a doblegar, ni de una locura incomprensible, expresan otra cosa”. Y, como en todas las enfermedades consideradas psicosomáticas, se puede aplicar la siguiente regla psíquica: todo lo que no se puede colocar en la cabeza, se coloca en el cuerpo. No es coincidencia que la edad de inicio en los trastornos de alimentación sea la adolescencia. Época de cambios y pérdidas. Cambio del cuerpo, y de las exigencias acompañada de la pérdida de la niñez, del jugar, de la inocencia. Demasiado descontrol para unas pacientes que saben cómo ser niñas buenas pero se sienten atemorizadas a la hora de ser mujeres.

Y este ser mujer es en el que se pierden. Deseo de nada porque quieren acallar a todos los instintos naturales del ser humano, porque buscan un ser sin agresividad, sin sexualidad, sin hambre, sin necesidades. Un alma. Es decir, un no ser. Buscan ser queridas, aceptadas pero el gran interrogante es ¿qué quieren ellas? Aparecen carentes de un discurso propio, de un proyecto de vida donde se ponga en juego el deseo, ni siquiera existe la conciencia de un cuerpo como suyo o más bien como objeto de regalo o castigo para otros. Esta es la grave preocupación. Si el cuerpo no es mío no puedo responsabilizarme de cuidarlo.

Todo nuestro ánimo para las pacientes y sus familias.