Cuentame un cuento…
Desde Psyquia queríamos pensar un poco en el papel que tienen los cuentos de hadas para el psiquismo del niño.
Algo tan cotidiano como puede resultar contar un cuento antes de ir a dormir puede suponer para la vida del niño algo con mucho más valor del que somos conscientes.
EL VALOR DE LOS CUENTOS DE HADAS EN EL DESARROLLO DEL PSIQUISMO INFANTIL.
A día de hoy hay cuentos para todos los gustos: tradicionales, de valores, educativos, interactivos… no queremos entrar en la polémica sobre si unos son mejores o peores. Sino que nos interesa saber qué aportan los cuentos de hadas al desarrollo de los menores.
Los personajes.
El niño, cuando es pequeño, está empezando a descubrir el mundo. Este le resulta complejo y confuso dada la multitud de matices y ambigüedades que en él encuentra. Una de las ventajas de los cuentos de hadas es que presentan unos personajes claramente diferenciados, podríamos decir opuestos. La bruja es mala, malísima, mientras que la princesa es buena, buenísima. No hay punto medio, no hay grises, no hay matices, no es real, pero es claro. Esto permite al niño diferenciar lo bueno de lo malo, sin ambigüedades. Estos personajes correlacionan también con la experiencia que tiene el niño en un primer momento con el mundo adulto y la percepción de esos padres omnipotentes, que todo lo pueden, tanto para bien como para mal. La percepción del niño pequeño sería algo así: cuando papá se enfada “es un ogro” y podría matarme si quisiera y cuando está contento es “un maravilloso príncipe o rey” que podría dármelo todo si quisiera.
En palabras de Bruno Bettelheim “Al presentar caracteres totalmente opuestos, se le ayuda a comprender más fácilmente la diferencia entre ambos, cosa que no podrá realizar si dichos personajes representaran fielmente la vida real con todas las complejidades que caracterizan a los seres reales.”
El niño tiene necesidad de magia
Este es un tema que abordamos recientemente en una conversación con una colega psicoanalista. Esta colega nos planteaba que una buena amiga le había comentado su dilema acerca de si seguir mintiendo a su hijo de 5 años sobre los reyes magos o si por el contrario debía mantener la tradición popular durante un tiempo más. Su amiga decidió no mentir a su hijo, porque mentir está mal, y cuando le reveló al pequeño la verdad sobre los reyes magos este quedo asombrado. A la vuelta de vacaciones fue entusiasmado contando en el cole a todos sus amigos que los reyes magos vivían en su casa con él.
¿Qué nos hace pensar esta simpática anécdota? Los niños tienen necesidad de creer en la magia. Esto les da seguridad. Tienen necesidad de creer que lo que se le cuenta en cuentos es verdad. Estas “mentiras” ayudan al niño a creer en que las cosas que se cuentan en cuentos pueden pasar. “Que por ejemplo, lo que al principio resulta un personaje repulsivo y amenazador puede convertirse mágicamente en un buen amigo, está preparado para suponer que un niño extraño, al que teme, puede pasar a ser un compañero deseable en vez de una amenaza” (Bettelheim)
La estructura de la narración
Rescatamos para pensar en este aspecto unas palabras de Juan Larbán de su fantástico artículo sobre los cuentos de hadas publicadas en el diario digital diariodeibiza.es
“Por la estructura de la narración que hace de continente, despliegan ante los ojos maravillados del niño, ese mundo de fantasía que tan bien conecta con los miedos y fantasías inconscientes que habitan en su interior. Es como si a través de los cuentos (gracias a compartirlos con quien leyéndolos, comprendiéndolos, disfrutándolos) se iluminase su interior y así la angustia de lo informe, la oscuridad temida, su mundo interno inconsciente, el miedo a lo desconocido, a la soledad, al abandono, se diluyera en el psiquismo del niño, que además puede entonces disfrutar de lo que ya tiene para él formas y palabras, de lo que es una historia, una narración con la que puede a la vez identificarse y distanciarse”
Nos parece fundamental en este sentido hacer hincapié en que los cuentos de hadas ayudan a dar sentido, a través de la palabra y del pensamiento mágico, al mundo interno del niño. Nos encontramos en un momento social en el que la palabra está perdiendo su valor, en el que lo importante es la acción, el hacer cosas, y el pensamiento (que se materializa a través de la palabra) no tiene cabida, no vale. Este planteamiento se traslada al mundo infantil y nos encontramos cada vez más con niños que no quieren/pueden pensar y que usan su cuerpo como vehículo de expresión de su malestar. Niños que son pura descarga motriz en forma de hiperactividad, agresividad, trastornos psicosomáticos… Como profesionales de la infancia debemos ayudar a poner palabras a estas conductas, a poner palabras a lo que sienten estos niños, a dar sentido a su mundo interno.
Los cuentos de hadas son, en definitiva, una herramienta tradicional para ayudar al niño a dar sentido a su mundo interno. El rato que los padres pasan contándole un cuento a su hijo hace, entre otras cosas, que este perciba que su mundo interno es valioso y que merece la pena pararse a escucharlo.
Bibliografia
Bettelheim, B. (1976): Psicoanálisis de los cuentos de hadas, 1994.