EL VALOR DE LAS PALABRAS
Estamos en una época donde parece que la acción está sobrevalorada. Tenemos que adaptarnos a los tiempos vertiginosos y cambiantes y actuar rápidamente y NO perder el tiempo pensando. Probablemente, esto se ve reforzado en gran medida al auge de todo lo que tiene que ver con el mundo de las imágenes: estamos rodeados de emoticonos, de aplicaciones para mirar, de exhibiciones de cuerpos en movimiento…
Parece que el dicho “una imagen vale más que mil palabras” ha hecho eco en nuestro tiempo. También parece necesario tener que mostrar, mostrar lo que se hace en cada momento, ¿Para ser valorado?, ¿Para que sea Real? ¿Como si lo que no se viese, no existiese?… Son algunas preguntas que nos hacemos para tratar de averiguar ¿Donde ha quedado el valor de las palabras?
Muchas veces en consulta, nos encontramos con personas, ya no tan adolescentes, pero si con la mismas dificultades para poder expresarse y hablar de lo que piensan y sienten. No es raro, que saquen sus teléfonos móviles para mostrarnos lo que están tratando de decir: “Mira creo que lo vas a entender mejor si te enseño el mensaje que me mandó”, o “He grabado a mi hijo con una rabieta, te voy a enseñar como se pone”…
Quizás fantaseen con la idea de que VER y PERCIBIR son lo mismo, cosa que es errónea ya que la percepción siempre parte de una mirada subjetiva, y propia, alejada de lo objetivamente visible. Por este motivo, preguntamos siempre acerca del significado que para cada una de las personas tiene esa imagen. Porque lo que nos importa es su mirada y desde donde y hacia donde va dirigida.
La capacidad y el modo de pensar y de verbalizar están cambiando, dando lugar en la clínica de hoy a patologías que tienen que ver con los actings y que comprometen, muchas veces de manera grave al cuerpo y a la persona. Nos encontramos con intentos de escritura en el cuerpo que van desde los tatuajes, hasta las autolesiones más destructivas. Nuevas maneras de vestir, de transformarse, de modificar nuestra imagen, de tratar de mostrar lo que cada uno es a través de la imagen. Nos preguntamos ¿Donde ha quedado el relato verbal?, ¿Donde está ese espacio de elaboración ahora?
Pensar tiene que ver con un proceso, que lleva tiempo, donde poder elaborar lo que nos está aconteciendo. Significa abrir nuevas vías de enfoque, nuevas maneras de percibir las cosas sin que queden cerradas y coaguladas. Para ello, no se necesita ser ni inteligente ni adulto, simplemente basta con tener un espacio, tiempo y deseo.