Artículo para ABC: Consecuencias del aborto
Para poder hablar del aborto tenemos que tener en cuenta que existe una distinción entre el aborto voluntario y el involuntario, que se suele denominar “natural”. Aquí trabajaremos sobre el segundo tipo y las consecuencias psíquicas que conlleva la pérdida de un bebé. Cuando hablamos de pérdida es porque algo que deseamos ha “desaparecido”.
-¿Qué supone para una mujer?
No podemos hablar de algo tan particular para cada mujer de un modo generalizado. Todo dependerá de cuanto deseo existía y el nivel de expectativas puestas en ese nuevo ser. También depende del mes en el que se pierde al bebé. El primer trimestre de gestación es el más proclive para que se de un aborto. El cuerpo de la mujer ha cambiado poco, las ecografías muestran un menor nivel de detalles, el feto aún no se siente. Pero cada mujer es un mundo y muchas son muy perceptivas a los pequeños cambios de su cuerpo y estado de ánimo.
La pérdida en el segundo o tercer trimestre suponen un mayor nivel de trauma ya que el feto ha cobrado forma, se conoce el sexo, se ha pensado en un nombre, se ha sentido… Podríamos decir que la pérdida es mayor ya que hay que hacer dos duelos: el duelo por el hijo y el duelo por el cuerpo. En estos casos es necesario hacer un legrado o incluso en embarazos muy avanzados una cesaria o dar a luz.
-¿Qué sentimientos pasan por la mente de la madre?
Los sentimientos son muy variados y dependen también del nivel hormonal. Tristeza, rabia, miedos, incertidumbre, enfado…Se pone en juego todo lo que tiene que ver con la maternidad “No soy una buena madre”, pero a su vez se cuestiona la propia condición de ser mujer en la feminidad “¿Soy una mujer valida?”. Esto se ve reforzado por el entorno y por como es acogida por familiares, amigos, trabajo…
-¿Qué miedos surgen al querer quedarse embarazada de nuevo?
Muchos son los miedos que aparecen en forma de preguntas frente a un no saber: “¿De que ha muerto?”, “¿Por qué lo he perdido?”, “¿Que le pasa a mi cuerpo?”, “¿Podría haber hecho algo para no perderlo?”, “¿Seré capaz de volver a quedarme embarazada?”, “Si me quedo embarazada, ¿Volveré a abortar?”, “¿Y si no puedo tener hijos?”…
Frente a estas preguntas que muchas veces obsesionan a la mujer es muy importante trabajar la culpa latente que subyace en ellas. Abrir un camino donde puedan elaborar el duelo entendiendo que existen muchos factores que escapan a su control.
-¿Y el padre? ¿Cómo le afecta a él?
En este aspecto es muy importante la pareja. El padre sufre la pérdida dependiendo del deseo que tenía puesto es ese hijo. No es una pérdida corporal pero si psíquica y que a su vez siente que tiene que servirle de apoyo a su mujer. Es un trabajo duro para el hombre, ya que ocupa un lugar diríamos “secundario” y muchas veces sufre en silencio.
Es importante que las parejas puedas apoyarse mutuamente, que puedan hablar entre ellos de la pérdida y los sentimientos que tienen, dándose un espacio de duelo. Muchas veces la relación sexual se ve afectada por los miedos que han surgido a un nuevo embarazo. En este caso, el respeto y la comprensión son fundamentales para volver a emprender un camino de búsqueda juntos.
-¿Se supera con la llegada de otro hijo?
Resulta curioso como no existe nombre para unos padres que han perdido un hijo, es un acontecimiento tan duro que no se le puede poner palabras. Con la llegada de otros hijos, los miedos se disipan, las preguntas se esclarecen y el vacío se va reconfigurando. Pero queda una herida, una pérdida que aunque se supere, queda inscrita en la vida de ambos, Quizás como un modo de dar nombre a lo que existió y no pudo ser.
-¿Cómo explicarle al hermanito, que el bebé que estaba en la tripa de mamá ya no llegará?
Depende de la edad del hermano claro y de lo que se le haya contado anteriormente. Es importante poner en palabras y explicarles pero quizás no todo, e insisto dependiendo de la edad. A los más menores se les puede decir que “Tu hermano estaba malito y finalmente no ha podido seguir en la tripa de mamá”. Es importante no evitar las preguntas de los niños y responder de forma simple y con tacto incluyendo los propios sentimientos.