¿Las etiquetas nos sacan de apuros?
¿Qué hay detrás de una etiqueta? Desde Koan planteamos que lo interesante es poder entender a la persona que hay detrás de un diagnóstico y comprender su síntoma.
En los últimos años ha constituido un gran avance la apertura del conocimiento y el interés por la enfermedad mental y los trastornos psicológicos. Este mismo interés, impulsado desde diversas instituciones (privadas y estatales), medios de comunicación, universidades, etc… ha promovido la aparición de una nueva sensibilidad social, que aunque con mucho camino por recorrer; se ha hecho eco de aquel concepto para muchos lejano, para otros tabú, que constituye el trastorno mental.
¿Cúal es el influjo que este nuevo interés y conocimiento tiene en el individuo?
Términos antes ajenos y desconocidos resultan ahora de dominio común. Palabras como ansiedad, angustia, narcisismo, bipolar, obsesivo, fobia, histrionismos, histeria… forman parte de un discurso social que parece constituirse como un dispositivo de clasificación de caracteres. El uso de estos términos ha llegado a convertirse en moneda de cambio para describir y describirse en múltiples contextos.
En ámbitos corporativos por ejemplo, es cada vez más frecuente resaltar algunas de estas descripciones como atributos para el desempeño de tareas específicas o como obstáculos que desencadenan vivencias de estrés. En espacios menos estructurados, es igualmente frecuente encontrarse con estos conceptos para sintetizar una cantidad de “elementos” que dan cuenta de la esencia de una persona. Sin embargo, su uso aunque a veces más o menos certero puede no menos que esconder la dificultad común a los seres humanos para aceptar el cambio.
Son conceptos que nos llevan a describir una manera de ser. Frases como “es que yo soy muy obsesivo”,“él a veces es como bipolar”, “cuando me pongo nerviosa, estoy histérica” parecen mostrar un conocimiento propio (o del otro) que en la mayoría de los casos se siente como estable, inamovible, y también permite explicar y/o justificar reacciones y comportamientos vistos de igual forma.
Entonces, nos escudamos en etiquetas que son conocidas, que reúnen rasgos distintos (para cada quien) y que son difíciles de cambiar? ¿Son una forma de decir yo soy así, y con ello no exigirnos el cambio, o justificar la falta de éste ante los demás?
Estos avances sociales en el campo de la salud mental y de los conflictos psicológicos nos permiten comprender cantidad de fenómenos que no sólo son propios de los trastornos psicológicos; sino que con menor grado de patología componen rasgos propios de la personalidad.
Hemos pensado que la difusión de estos términos, nos ha resultado útil para asentarnos en una forma de ser y de estar, que tememos se transforme si nos movemos de ese lugar. Qué cosas cambiarían si nos cambiamos la etiqueta? ¿Qué cosas están sujetas a la etiqueta de cada uno? ¿Acaso los amores, las lealtades, las expectativas propias y de los demás?
La reflexión oportuna en este caso, es la que cada uno pueda hacer…